Sunday, March 1, 2009

Capitales Emocionales

Las analogías económicas son excelentes para tratar de entender el porqué de algunos fenómenos mentales y conductuales. Por ejemplo: el capital emocional que se invierte en familiares, amigos, amigas y hasta en mascotas puede crear un vacío cuando el mismo puede ser retirado de improviso y no se ha tomado la provisión de diversificarlo con tiempo.
A veces el retiro ni siquiera se ha producido pero la anticipación provoca los mismos síntomas o estragos como si ya hubiera ocurrido.
Lo cual me lleva a preguntarme: ¿la amistad o el apego, para este caso, tiene un componente egoísta?
La respuesta podría ser ambigua. Puede ser sí y no al mismo tiempo.
Podría casi asegurar que si se realizase un fMRI (una imagen sonora magnética del cerebro en funcionamiento) al tiempo que se experimentan esos sentimientos se podrían observar varias áreas del cerebro activadas con la predominancia de algunas zonas más que otras dependiendo del tipo de respuesta que la persona sienta más.
Me atrevería a especular que la parte ejecutiva del cerebro, la neocorteza que es el área con la cual razonamos podría estar involucrada activamente pensando que esos cambios son buenos y convenientes y que esos recursos que se liberan se reproducirán y devengarán buenos dividendos en el futuro.
Tambien estoy casi seguro, si no me fallan mis especulaciones, que otra área del cerebro se activa y es su parte primitiva, la que compartimos con los reptiles y por tanto es una área que no razona, es instintiva y caprichosa y no siempre se puede poner a control de la voluntad. Y ahí se siente como si se estuviera perdiendo algo muy valioso, algo que nos pertenece y de lo cual no queremos deshacernos.

Bueno, dicen por ahí que uno sabe lo que tiene hasta que lo pierde..., pero tal vez y no se pierde nada y lo que se hace es ganar pues ¿cómo se hubiera uno enterado de que tenía algo?
Es paradójico pero ese capital liberado queda ahí para ser reinvertido de nuevo en nuevas oportunidades que podrían presentarse...

No obstante, dicen que si se eliminan las resistencias siempre es posible domar la parte salvaje de nuestros cerebros.
¿Sería posible que con un poco de esfuerzo se puedan alinear los objetivos de nuestras partes racional y emocional de tal manera que esa dualidad no exista y en vez de sentirnos tristes podamos hacer la conversión hacia divisas más alegres y optimistas de los resultados inevitables que los movimientos de capitales emocionales producen en nosotros?

Creo que debo prepararme para hacer unos movimientos de capital emocional con urgencia...

2 comments:

Anonymous said...

Es difícil, Fernando. El ser humano vive y ha vivido para y por los apegos emocionales. Cada ruptura, cada olvido, cada adiós, cada separación, implican una cuota de sufrimiento, un pérdida de algo, que podría ser ese capital emocional que dices.

Eso de perder o ganar cuando perdemos a alguien, depende de cómo te lo tomes tú. Si lo ves como una pérdida, pues será una pérdida, y la sufrirás. Si lo ves desde otro ángulo, como una experiencia más, como una nueva oportunidad, como una puerta que se cerró, para dar paso a la apertura de otra, entonces ganarás.

No creo en la posibilidad de que los humanos podamos tener un equilibrio de nuestro cerebro racional y del emocional. El desequilibrio entre ambos es necesario. Lo que no podemos permitir, y creo que eso podemos aprenderlo, es que ese desequilibrio no sea muy acentuado.

Fernando said...

Sheila es muy juicioso tu comentario. Y mi objetivo ha sido el de presentar sólo una caricatura, quizás algo de humor negro en términos pseudo-económicos de lo que ocurre cuando existe una "separación" de cualquier tipo.
La realidad, sin embargo es muy distinta. Las personas no tenemos bancos, ni recursos emocionales a nuestra disposición para decidir de antemano cuales son las mejores personas en quienes hacer una inversión y tampoco nos preocupamos de si va a ser a corto o largo plazo.
Es más fácil hacer esas reconstrucciones a posteriori y tal y como dices en uno de tus posts uno al final no se arrepiente de nada...

Obviamente, tampoco es tan fácil encontrar los sustitutos. Pero quedarse cruzados de brazos no es una buena opción y por lo tanto es mejor salir a buscarlos. Y dicen por ahí que quien busca encuentra, ¿no crees?

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