Sunday, April 14, 2013

Vanagloriarse no aumenta nuestro valor, lo disminuye!

Será falsa modestia lo que tengo, pero la verdad es que yo no siento esa necesidad imperiosa, que parece ser ubicua, y que tiende a cristalizarse de manera especial en las redes sociales, de hacerle saber al mundo entero cuáles son o han sido mis mayores éxitos. O tal vez no tengo muchos logros que exhibir o quizás no tengo ninguno. O lo que para otros es un éxito para mí no tiene la mayor relevancia.

No es que sea un delito, ni tampoco un pecado salir a vociferar lo que se ha hecho o alcanzado. Cae más bien en lo que sería una indelicadeza desde mi punto de vista, algo de no buen gusto. ¿Qué se supone que haga uno cuando alguien comienza a hablarnos de sus méritos y sus bondades sin uno haberle preguntado? ¿Está uno supuesto a inclinarse y responder "Sí Señor, Señora o Señorita", "lo que usted mande", etc., etc.

No está mal, de hecho es una obligación, es absolutamente recomendable, hablar de estas cosas en ciertas circunstancias como en un résumé, cuando se está ante una entrevista de trabajo o se le pregunta a uno de manera directa. Fuera de ahí no veo cuál es el uso, cuál es el afán o la prisa por hacerle saber a "titirimundi" y tratar de introducir el tema a como dé lugar. Excepto, claro, que haya un vacío muy grande que llenar, o exista un problema de valoración personal, etc.

No es que critique a quiénes así lo hacen y creo que sí los critico. Los que quieran satisfacer sus egos, envaneciéndose y jactándose por sus logros que así lo hagan. Sus razones tendrán pero creo que yerran el tiro si creen que con eso conseguirán la adulación y la admiración del público que tanto buscan. Todo lo contrario. Las personas verdaderamente humildes venden más y a la larga consiguen mejores adeptos que aquellos que presumen y se ufanan de sus virtudes y sus éxitos.

Creo que los méritos de una persona salen, se cuelan y se desbordan y si son auténticos, la trascienden sin que haya necesidad de decirlo o estarlo pregonando como diría Emily Dickenson.

Recurrir a estas estrategias para llamar la atención producen en mí un efecto contrario al que se intenta producir. Así que se equivocó medio a medio el esposo de una amiga mía que sugirió que hasta yo iba a tener que llamarlo Doctor cuando el consiguiera su PHD pues a él le había costado mucho tiempo, muchísimo trabajo, el lograr ese objetivo que él se merecía la distinción de que se le llamara así.

¡Qué ridículo! Para llamar a alguien así tiene que salirme a mí, no que alguien me lo solicite. ¿Y quién lo mandó? Como si yo tuviera algo que ver con que el se pusiera a estudiar para eso.

¡Si el supiera lo que yo pienso y hago con los títulos y las menciones universitarias!

2 comments:

Argénida Romero said...

Te leo y pienso en muchas cosas sobre lo que es ser "humano" en la era del 2.0

Hay de todo y supongo que en la red magnificamos lo que somos en la vida real.

Ayer, por cierto, vi uno de los absurdos egocentristas más raros de mi vida: un evento de FB donde se invitaba para una boda...que se va a celebrar en la Feria del Libro.

Cosas veredes.

Fernando said...

Gracias Argénida por tu comentario. Estos ejercicios de escritura nos ayudan a mantener la cordura y a reflexionar también sobre estas cosas como una manera también de resistir y no caer en lo mismo.

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