Tuesday, February 28, 2017

Otra vez en París

Acabo de regresar de la estadía de una semana en París.
Por el camino que vamos parece que se está haciendo una costumbre el ir de visita con frecuencia a la ciudad de las luces. No me caería nada mal si se convirtiera en un hábito, en una rutina establecida.


Esta vez, sin embargo, el viaje no surgió por iniciativa propia sino de los sobrinos y desde el verano pasado se comenzaron los preparativos donde yo me comprometía a llevarlos en la fecha que coincidiría con su semana de vacaciones del invierno en las escuelas.

¿Porqué hacer esto? La realidad es que uno no puede ser demasiado egoísta en la vida y querer tratar de monopolizar toda la diversión para sí mismo; así que de vez en cuando uno debe hacer cosas que vayan más en beneficio de otros que de uno mismo. En cierto modo, el hacer estas cosas produce también gran placer y mucha satisfacción (las compañeras de trabajo de mi hermana quisieran tener hermanos como yo, me contó) y el mérito está en haber hecho ese descubrimiento y también en tener la capacidad y el poder de cumplir con la palabra comprometida.

Debo confesar que al acercarse los días del viaje fue que me pude dar cuenta de la magnitud de la responsabilidad que estaba asumiendo. Mas, no había vuelta atrás y todo el mundo puso de su parte para que se llevara adelante el proyecto sin cortapisas de ningún tipo: se renovaron pasaportes, se apaciguaron miedos y se realizó el viaje sin mayores contratiempos.

Desde mi punto de vista el viaje tuvo sus altas y sus bajas. No me imaginé lo difícil que era interactuar con adolescentes, ponerse de acuerdo para cosas tan sencillas como irse a dormir a una hora determinada, escoger un plato del menú de un restaurante, levantarse a una hora específica, etc.


Con el paso de los días las cosas se fueron haciendo un poco menos difíciles y creo que en general la experiencia de compartir en una ciudad tan rica como París va a dejar su huella positiva en la vida de los chicos.

Por mi parte, además de volver a los lugares ya visitados en una ocasión anterior como La Torre Eiffel, El Louvre, El Sagrado Corazón, El Molino Rojo, Notre Dame y El Arco de Triunfo, pues fui por primera vez a La Bastilla, El Castillo de Versalles, Galerías Lafayette y Las Catacumbas...


















Versalles, el complejo, es increíblemente majestuoso y lujoso, una gran joya representativa de la gloria y el poderío francés en épocas pasadas que hay que ir a ver y admirar más de una vez.





Las Catacumbas por su parte impresionan bastante con la cantidad de huesos y calaveras que adornan hasta con ciertos rasgos artísticos los túneles que corren un buen trecho por debajo de Paris.


No pude hacer todo lo que quise en este viaje pero no me quejo... El objetivo inicial no era complacerme yo sino complacer a otros y quizás de ese modo abrirle las puertas a los muchachos a la existencia de otros mundos diferentes de los que ya están acostumbrados.

Además, no quiero matar tan pronto mi curiosidad. Me conformo con dejar para luego el descubrimiento de nuevos lugares que den origen a nuevas aventuras.. Creo que París tiene todavía muchas sorpresas guardadas para mí...
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