Recién empieza el verano y los días son bastante largos. Son las 7:30 PM y el sol está todavía afuera y suficientemente alto. Si no fuera por la humedad y el intenso calor que se siente me quedaría en la calle un poco más tarde luego de terminar el trabajo por el día de hoy. Subo por la Atlantic Avenue y doblo/tuerzo hacia mi izquierda para tomar el Expreso Brooklyn-Queens (BQE) en dirección al Brooklyn Bridge que es el camino de retorno para la casa pasando todo el FDR Drive (Franklyn Delano Roosevelt) y en dirección hacia el Bronx.
Al final de la rampa que conecta la avenida Atlantic con el BQE hay una señal de Pare que hay que obedecer aunque el conductor no sea muy buen ciudadano pues los vehículos en el expreso podrían estarse moviendo con mucha rapidez. Quiénes vienen en la misma dirección generalmente bajan un poco la marcha y le ceden el paso a los que se acercan desde el lado adyacente. Yo vengo casualmente desde ese lado y me llama a la atención que un señor que viene en su auto deportivo se para casi de manera completa de modo tal que me está cediendo el paso. En cambio yo, reconociendo que es él quién tiene todo el derecho para continuar la marcha le hago señas para que siga y él no obstante insiste y se detiene, ahora sí, por completo en la vía y con la mano me insta a que entre a la autopista.
No me hice de rogar. Con la primera velocidad que tenía el carro puesta, solté el pedal del clutch y pisé el acelerador. El vehículo saltó hacia adelante, pasé la segunda y la tercera velocidades y saqué la mano izquierda hacia afuera y un poco hacia arriba en señal de saludo y aprobación hacia la admirable conducta del conductor.
Y esas son las pequeñas cosas, los pequeños detalles que si te suceden o eres parte de ellos son capaces de levantarte y devolverte la esperanza en la convivencia humana. Esos detallitos son los que te permiten ver la vida desde otra perspectiva y te hacen cambiar la percepción que podrías tener del planeta de ser un lugar inhóspito y hostil. En su lugar no descartarías la posibilidad de que sí sea posible un mundo en el que todos los seres humanos podamos vivir teniendo la cooperación, la generosidad y el altruísmo como las divisas primordiales de nuestros entendimientos e intercambios mutuos.
6 comments:
haha, me gusta el blog y tus textos. me quedo por mas. un abrazo.
Bienvenida Sabina. Sírvete a tu gusto y quédate todo lo que quieras...
Un beso a la salida!
Fernando, siempre es agradable encontrar una margarita en la orilla de camino intransitado en un día gris, eso te ocurrió a ti. Fue algo así como disfrutar del vuelo de una mariposa en invierno, no te acostumbres, sabemos que desgraciadamente no es lo normal.
Besitos
Elena, quizás tengas razón. Es agradable, sin embargo moverte por ese camino intransitado con la esperanza de volver a encontrar otra margarita o como con el otro ejemplo, hay que tratar de sacarle el máximo provecho a esa visión fantasmal de la mariposa en invierno; exprimir esa imagen hasta el cansancio para con el jugo que obtengamos vivir lo suficiente hasta ver otra, la siguiente, en ese invierno o hasta la llegada de la primavera..., si es que llegamos ahí.
Como cuando una chica guapa pasa por al lado de un grupo de chicos, que dejan de hablar y solamente la miran y alguno le sonríe, sin decir palabra. Una sonrisa de vuelta vale más que mil palabras. ¡Y es tan bonito de ver!
Exacto Ray, y se vive para eso. Es raro que esas cosas ocurran, mejor dicho, no ocurre todos los días, pero cuando pasa, cuando uno es el recipiente de esa sonrisa de vuelta, entonces, no importa las muchas veces que uno se ha quedado sin recibirlas. Aquélla que uno recibió en algún momento basta por todas las demás en la que no se recibió nada...
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