Thursday, September 30, 2021

Lecciones de vida

 En dos ocasiones, antes de finalizar este verano que acaba de pasar, se presentaron situaciones fuera de mi control que alteraron de manera súbita y significativa la dinámica de mis planes y rutinas diarias. No las voy a describir aquí porque lo que quiero realmente es resaltar la moraleja o los aspectos más importantes que pude extraer de esas experiencias.

Igual que como con los desastres naturales, lo más importante que pude aprender es a cómo reaccionar adecuadamente a la ocurrencia de circunstancias imprevistas. Todo parece indicar que uno debe actuar rápidamente pero no de manera precipitada. Hay que estar extremadamente atento y listo para tomar decisiones sin por ello perder la calma.

Mantener el balance en situaciones críticas y delicadas parece ser de vital importancia para sobrevivir con éxito los embates de la vida, porque sobreactuar no ayuda necesariamente a resolver los problemas. La mesura y la cordura juegan un papel fundamental en esos momentos cruciales cuando uno no sabe qué hacer y se siente abrumado por el peso de nuestras emociones.

No hacer nada y dejar que las cosas retomen su curso, se alineen o darle tiempo al tiempo ha sido también bastante ilustrativo. Como dije antes, no debemos reaccionar más de la cuenta.

Pero de todas las enseñanzas aprendidas, quizás la más importante de todas, fue la de estar presente; el estar ahí en medio de toda la turbulencia y la incertidumbre de los acontecimientos, independientemente de si uno tuviera algo que aportar o no. Hacer acto de presencia tiene un efecto apaciguador, genera una sensación amortiguadora y crea un soporte moral que sirve para repartir y compartir con los demás el peso de las desgracias y/o sinsabores de la vida. Es algo que no se puede describir fácilmente con palabras y tampoco se puede hacer desde la distancia.

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