En dos días comienza un nuevo año lleno de expectativas y nuevos retos. El 2020 ha sido un año terrible debido a la pandemia. Ha habido muchos cambios. El 2021 pinta mucho mejor porque existe la posibilidad de que con las vacunas, las cosas se arreglen un poco y se normalicen muchas de las actividades a la que estábamos acostumbrados antes de la epidemia.
En lo que a mí concierne, mis metas se dirigen hacia la consolidación de algunos buenos hábitos adquiridos durante el "encerramiento". Dentro de esos, merece una mención especial el hacer un mejor manejo de las finanzas, las cuales han estado fuera de control desde hace muchísimos años.
Fue una decisión acertadísima la que tomé en el pasado al hacer la transición para trabajar por cuenta propia, por contrato, en vez de ser un empleado asalariado de una empresa o compañía específica. La desventaja, sin embargo, ha sido una falta de disciplina financiera, un descontrol en los gastos incurridos en el mismo período de tiempo. En otras palabras, aunque he ganado muchísimo dinero, mucho más de lo que hubiera esperado, también lo he gastado en la misma proporción, sin miramientos, de tal manera que en vez de reducir las deudas, las he incrementado.
No me estoy quejando. Ganar más dinero me ha permitido aumentar el poder adquisitivo y en consecuencia también, mis experiencias del mundo. He viajado bastante los últimos años, conocido muchas ciudades, me he entretenido y disfrutado de muchas actividades y aventuras. Todo ello ha tenido su costo y he podido absorverlo no sólo porque he contado con mejores ingresos sino también porque mi capacidad de endeudamiento ha aumentado en la misma proporción.
Es una ventaja tener crédito disponible para cualquier necesidad que a uno se le presente. Pero no es dinero de uno y es fácil caer en el abuso. Es dinero prestado que tarde o temprano hay que pagar con creces y por ello no es aconsejable financiar de esa manera todas las actividades placenteras. Es un arma de doble filo y a la corta o a la larga va a crear problemas.
Uno de mis objetivos en el 2020 era precisamente ese: controlar mis gastos, controlar las deudas. La pandemia hizo esas metas más fáciles de lograr. Mis gastos se han reducido drásticamente y el dinero que debo ahora es mucho menos que el que debía al comenzar el año.
Mi trabajo, no obstante, está lejos de concluir. Tratar de consolidar esos esfuerzos de autodisciplina fiscal en el 2021 es mi meta más importante. Me será muy difícil pagar todo lo que debo porque también hay que vivir y entregarse de vez en cuando a los pequeños placeres del mundo, pero si logro reducir mis obligaciones financieras a la mitad y hasta menos de lo que son actualmente, me sentiré suficientemente satisfecho y realizado.
¡Bienvenido seas 2021! Te esperamos con ansias ...