Una cosa me ha estado quedando clara los últimos días: si se quiere que se haga algo (una actividad, trabajo, inversión), no basta con proveer las finanzas que se necesitan para realizarlo; hay que estar ahí también, hacerlo(a) tu mismo para asegurarse de que salga como uno quiere y quede todo bien hecho. No debemos pedir o mandar a otro(s) que lo hagan. Así de sencillo.
Las personas, sólo le prestamos atención y cuidado a las cosas que nos cuestan dinero y sacrificio. Los terceros que llegaren a beneficiarse de ellas no tienen los suficientes incentivos de hacerlo, porque no les costó nada. Por lo tanto no les duele. Parece ser un asunto de idiosincracia, psicología humana. Sólo quien tiene cosas que perder tiene en cuenta lo que cuesta reemplazarlas y por eso las cuidan.
De esto se desprende que para evitar frustraciones y complicaciones mayores lo mejor que podemos hacer cuando queremos hacer algo, es abstenernos de involucrarnos en proyectos en los cuales no tenemos una participación y supervisión directa. A la distancia todo funciona mal, sin importar que se llame amor, deseo, interés, etc.
En conclusión, si no tenemos el tiempo ni la presencia física para manejar los detalles importantes de la realización de un objetivo o plan de trabajo, ni podemos participar de manera directa en la toma de decisiones del día a día, lo mejor es no involucrarse en el mismo... Nos ahorramos muchísimos inconvenientes y dolores de cabeza.
