Debe haber sido una pesadilla ese descubrimiento pues ella no sabía, ella no estaba preparada para sacar provecho del poder que eso le confería. Mucho peor porque reaccionaba muy negativamente al mismo y se resentía de que todo el mundo pudiera estar más pendiente de algunas partes de su cuerpo que otros lugares que como dentro de su cabeza ella consideraba residía más su valía. Lo que la turbaba también fue descubrir su propia dualidad: ella no era sólo ella sino y con mucho énfasis, la parte más visible de su anatomía.
Y la decepción debe haber sido grande porque era difícil resistirse a no mirarla donde ella no quería que la mirasen. Vaya malestar que se creó, pues entonces, con el objeto de protegerse, trató de ocultarse y hasta de encogerse con tal de no darle nada de gusto a un ferviente público de admiradores que invariablemente tenía que pasar primero por donde ella estaba, pues era cuasi la recepcionista del piso en el que trabajaba. ¡Vaya que sí duele mirar a alguien pasar por ese tipo de sufrimientos y ver el temor reflejado en sus ojos como los de una presa perseguida por lobos! Pero no es menos triste y no deja de ser una tarea complicada y difícil esa de compadecerse de la presa cuando dentro lo que corre es sangre felina y también se está hambriento como toda la manada y con deseos de comer del delicioso manjar apetitoso que presenta el cuerpo de la víctima asustada.
Y la decepción debe haber sido grande porque era difícil resistirse a no mirarla donde ella no quería que la mirasen. Vaya malestar que se creó, pues entonces, con el objeto de protegerse, trató de ocultarse y hasta de encogerse con tal de no darle nada de gusto a un ferviente público de admiradores que invariablemente tenía que pasar primero por donde ella estaba, pues era cuasi la recepcionista del piso en el que trabajaba. ¡Vaya que sí duele mirar a alguien pasar por ese tipo de sufrimientos y ver el temor reflejado en sus ojos como los de una presa perseguida por lobos! Pero no es menos triste y no deja de ser una tarea complicada y difícil esa de compadecerse de la presa cuando dentro lo que corre es sangre felina y también se está hambriento como toda la manada y con deseos de comer del delicioso manjar apetitoso que presenta el cuerpo de la víctima asustada.
Lo mismo le pasó a una prima preciosa que cuando el tiempo le llegó comenzó a desarrollar un cuerpo muy bonito que incluía de todo con mucha gracia y elegancia pero que a ella le sentaba muy mal porque de un momento a otro todos comenzaron a mirarla y no precisamente al rostro que se iluminaba lleno de sonrojo. Lo que más le molestaba eran esas miradas de lujuria, esas que la hacían sentirse desnuda y en las que los perpetradores no hacían ningún esfuerzo por al menos amortiguar el deseo de tocar que ella sin mucho esfuerzo podía adivinar.
¡Oh mal de males! ¡Qué culpa tenían esos mortales de haberlos hecho tan débiles, de no poder ignorar la pobre niña que florecía al sol y se abría a la vida con todos sus maravillas!
Y la otra cara de la debilidad: ¿porqué tenían ellas que reaccionar así?; ¿porqué tenían que ser tan debiles e incapaces de soportar la legión de aduladores que como abejas en busca de alimento sólo estaban atraídos por la miel escondida en esos pétalos que cual rosas en la mañana se abrían al aire y al viento inundando de olores tentadores el mundo?
¡Qué otra cosa se puede hacer sino dejar que la naturaleza siga y labre su propio camino!..