Waooo, no sabia que escribir un blog me iba a mantener tan entretenido y ocupado. Igual que un libro que me lleva a otro libro, un blog me lleva a otro blog y este a otro de manera sucesiva e interminable. De repente uno descubre muchisima gente interesantisima que da gusto leer y recomendar. Una de esas es Patricia de Souza, peruana autoexiliada en Francia quien es una escritora ya consumada y que ha publicado varias novelas. Mientras me las arreglo para adquirir algo de su produccion me entretendre hurgando entre el material de su Blog que no tiene ningun desperdicio y que se presenta sin editar, fresquecito como pan caliente salido del horno.
Como muestra de la calidad de Patricia, Eve Gil, quien es escritora y periodista Mexicana hace esta resena de una de sus novelas: El último cuerpo de Úrsula .
Por una hermosísima casualidad cayó en mis manos la novela El último cuerpo de Úrsula (Seix Barral, Biblioteca Breve, 1999, Barcelona), de una joven escritora peruana llamada Patricia de Souza. Durante la lectura de esta novela que, como toda novela escrita con sangre pone de cabeza el mundo interno del lector, no dejé de lamentar que en México y gran parte de Latinoamericana sea desconocida la obra de Patricia que cuenta en su haber otras dos excelentes novelas, una previa a la que nos ocupa, La muerte del fauno (Lengua de trapo, 1999, Madrid) y otra, la más reciente, Stabat mater (Debate, Madrid, 2001). Aunque por su edad (nació el 9 de abril de 1964, en Cora-Cora, Perú) pudiera encajar en el “boom” de nacidos en los sesenta encabezado por Jorge Volpi, Ignacio Padilla, Federico Andahazi, Juan Manuel de Prada, Lucía Etxebarria o su compatriota Jaime Bayly, entre otros, el interés temático y estético de Patricia dista años luz de constreñirse a lo que las editoriales españolas tienen por atractivo en términos comerciales, más aún, leer a Patricia duele. Concretamente en El último cuerpo de Úrsula, desciende hasta las cloacas del secreto de su personaje-narradora, una escritora paralítica que se encuentra en la cárcel—aunque esto se sabe casi hasta el final de la narración—al parecer, por intento de suicidio. Esta circunstancia que plantea una especie de doble prisión, permite a Úrsula reflexionar respecto a la libertad y el placer, aparentemente complementarios, y percatarse no sin cierto horror de lo que ha sido capaz con tal de arrebatárselos a otros. Su cuerpo, pues, se vuelve protagonista absoluto del texto, al grado de que el texto se vuelve cuerpo. A través de él, de su descomposición física y moral y de sus sensaciones entre las que predomina el sufrimiento, Úrsula narra el mundo que le tocó en suerte: el abandono del padre, la ambigua relación con su madre, la relación incestuosa con su hermano, la miseria y las humillaciones que conlleva, su primer marido, sus amantes, cada uno de los cuales la ha llevado al paroxismo tanto del dolor como del placer, todo ello intercalado con vividos episodios de la historia reciente de su país, como el golpe militar del General Velasco Alvarado en 1968, “(...)que impuso el uniforme único a todos los estudiantes del Perú: falda gris sobre una camisa blanca, medias grises, zapatos negros, chompa también gris. Todos los estudiantes nos volvimos grises, cientos de estudiantes color rata (...)”, y lo hace a través de una narración no lineal, según van brotando los caóticos, inquietantes recuerdos, de tal manera que fluctúa de la ternura a la crueldad, del erotismo más sórdido a la más tierna quietud del sueño. El lector odia a Úrsula tanto como llega a amarla. Por momentos me hizo recordar a nuestra Inés Arredondo y sus personajes mutilados o presas de las bajas pasiones de un tercero que lo mantiene bajo su dominio por circunstancias no especificadas: el cuerpo como prisión y refugio, la doble trampa.Las trampas del cuerpo y de la conciencia, aunadas a la miseria y a la situación política y social del Perú, son las obsesiones literarias de Patricia de Souza. En La mentira de un fauno expone el viaje existencial de un personaje varón de raro y bello nombre, Sofian, moderno Prometeo anclado a la voluntad del alcohol y la cocaína y la obsesión por una mujer que lo ha abandonado. “El miedo primitivo que evoca la idea del asesinato es demasiado importante como para ignorarlo. Por medio del crimen alguien se apodera de la vida, la ausencia y la soledad del otro; de su mortalidad y de todos sus pecados.” Así empieza la historia de este joven que sucumbe a una falsa promesa de salvación que terminará por condenarlo definitivamente; un hombre que fue un niño que se encierra a escribir palabras que cree mágicas. Sofian, como Ursula, como Myriam, protagonista de la angustiosa Stabat mater, no sabe qué hacer con el fuego que le devora las entrañas, aunque, curiosamente, parece más pudoroso con respecto a sus pasiones que las protagonistas de Patricia de Souza. Myriam, por ejemplo, transmite una desesperanza que no termina de cuajar en cinismo pero se vuelve dramáticamente en contra suya. Como Úrsula, como Sofian, también escribe, también guarda secretos familiares inconfesables donde crece inexorable “la planta extraña de la locura”, también ama y odia a su madre, “(...) con un odio de hija —nos dice— (...) también con un odio de género.” (p. 35). La historia de Myriam abre con el inesperado suicidio de José, su amante (el suicidio es otra circunstancia recurrente en la narrativa de Patricia). Esta muerte desata una serie de reflexiones y de recuerdos salpicados de la sangre de un pueblo, niños incluidos. Como Úrsula, Myriam llega a considerarse cuerpo en permanente descomposición. Como en El último cuerpo de Ursula, en Stabat mater esa descomposición parece contagiar al texto mismo, por supuesto, sin llegar a pudrirlo, porque se trata de un organismo, aunque enfermo, vivo y palpitante. La escritura de Patricia no construye sino que destruye a los personajes, los desbarata, los abre en canal, los hace vomitar y supurar, “sujeto, esa palabra masculina que despersonaliza, pero con la cual me identifico plenamente —nos dice Myriam— (...) El artista es el centro, el laboratorio donde todas estas experiencias se producen, indesligables de su experiencia como sujeto, cualquier texto, cualquier escritura por más inacabada que sea, forma parte de esa trayectoria.” (p.p 18, 54). Pero esa cosificación tan brutal y poéticamente reflejada en la prosa de Patricia, es la que en verdad agobia a los pueblos latinoamericanos.La propia Patricia ha declarado su propósito de hacer una literatura subjetiva e intimista. Tiene en común con Úrsula haber experimentado parálisis, en su caso, a consecuencia de una fiebre reumática con otro virus que la dejó como en estado de coma a los diez años. También el abandono del padre que le dejó por única herencia algunas novelas de García Márquez, Unamuno, Vargas Llosa y la poesía de Vallejo, que su abuelo materno le enseñó a recitar de memoria. A los dieciocho años concretó su primer libro de cuentos, Casa de espinelas, que representó a un tiempo su primer logro y su primer fracaso, y “(...) el cual nunca publiqué porque el editor me envío sorpresivamente una carta a París (donde radica actualmente) diciéndome que no publicaba el libro. Nunca adujo razones, creo es un como hecho consumado, pero en un momento me dolió mucho porque yo había hablado del libro publicado como un hecho consumado (...)”. Sin embargo, como bien dice Patricia, era tarde para detenerse, ya la escritura se había arraigado en su organismo como otro virus, ya la corroía hasta las entrañas, como si su sangre fuera tinta y su dolor una página en blanco. Necesitaba dominar el lenguaje del mismo modo que había llegado a hacerlo con un cuerpo que aparentemente dejó de pertenecerle en algún momento, “Quizás lo más duro para un autor sea no estar seguro de lo que se está haciendo, y al mismo tiempo esa sea su mayor fuerza y hasta su pureza”, lo que le ha permitido dar vida a los personajes violentos pero conmovedoramente humanos que pueblan sus libros. El haber descubierto la propiedad terapéutica del lenguaje para paliar el dolor, le ha llevado a escribir una novela excepcional como El último cuerpo de Úrsula.Patricia, escritora latinoamericana con espíritu francés, enumera como principales influencias, en primerísimo lugar, a Virginia Wolf, “por enseñarme que con la prosa también se hace poesía”, a Onetti, a Celine y a Dostoievski. Actualmente radica en París donde ha realizado estudios de Literatura Comparada. “Mientras he escrito —escribe en la parte final de La muerte de un fauno —, he tratado, entre otras cosas, de comprender. Y, a pesar de eso, siempre me queda la impresión de haber besado el viento. Escribí bajo una tensión constante con la ilusión de que, después de ese largo padecimiento, aparecería una pequeña luz. No sé si es sólo un espejismo, pero, mientras esa sensación dure, escribiré y quisiera acaso aspirar a la arrogancia de tener siempre algo que decir...”
2 comments:
Muchos meses atrás yo solía leer su blog, ella nunca me devolvió la visita, eso me hizo sentir cierta pedantería de su parte.
Ahora me entero gracias a ti que ella es una escritora veterana, eso explica el snobismo.
Ya no la visito porque creo que el mundo de los blogs es para interactuar y no para creerse una deidad.
Nunca contestaba mis preguntas en su blog y nunca me visitó, por eso dejé de leerla. Creo que es un síntoma común entre escritores publicados. Muchos de nuestros compatriotas se comportan de la misma manera y ellos mismos se califican como el "futuro" de la escritura dominicana.
Qué se puede hacer?
Te cuidas y espero que encuentres sus libros.
Ella publica mis comentarios también lo que te quería decir es que nunca los contesta.
Comprendo lo que dices, la relación no tiene que ser simétrica, pero como seres humanos que somos, nos gusta to be acknowleged, que se nos vea, que se nos reconozca, yo creo que para ser un blogger se necesita interactuar, sino uno se convierte en un medio convenciona, en artículo de periódico.
Me alegra saber que ustedes se entienden, ella sin dudas es una mujer inteligente, sabe sus asuntos. Imagínate a Borges en estos tiempos con un blog. Uno se conformaría con leerlo, aunque no nos rinda una visita.
Ah bien Fernando, il est compliqué d'exprimer.
Le daré otro chance, volveré a la costumbre de leerla.
Te cuidas
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