Tengo que agradecerle a Daniel sus buenas intenciones.
Sí, ¿porqué no?
¿Quién no le agradecería a alguien el hecho de que al encontrar la amiga olvidada de un amigo o familiar, se ofrezca a tratar de restablecer la comunicación perdida entre ambos?
Y eso intentó hacer él, como buen samaritano, con bastante éxito. No que sea algo por lo que merezca la entrada al paraíso, claro que no, pero si apreciable aunque fuera lo usual y esperable dadas las circunstancias. Además es una característica compartida en la familia el que nos guste agradar o hacer feliz a la gente.
Es nuestra manera de sentirnos satisfechos y ser felices a nuestra vez. Y si su recuento es fiel, el vio el entusiasmo que despertó en la señora el hecho de haberlo encontrado a él con la esperanza de que le abriese las puertas a alguna información o hasta la posibilidad de algún futuro encuentro.
No se equivocó, pues Daniel llamó a todos los números conocidos y al rato ya estábamos conversando él y yo, luego la chica y yo y los intercambios de números no se hicieron esperar y antes de finalizar el día o la noche para ser más precisos, ya hubimos conversado tres o quizás más veces.
Al día siguiente lo mismo y quiso repetirse al tercero, lo cual y es deplorable, puede producir muy mala digestión. Demasiada información en muy corto período de tiempo, sin contar la que no dude en pedir y sin premura pero tampoco sin demora llegó a través de Daniel.
No podemos hacernos los tontos. El tiempo cambia a las personas en más de un sentido y la mayor parte de las veces no precisamente para bien..., lo cual nos lleva a reflexionar si no sería mejor dejar las cosas allí donde estaban y donde no hieren ni le hacen daño a nadie.
La saciedad, sin embargo no siempre es un fenómeno compartido y cuando ocurre se hace necesario controlar de inmediato la entrada descontrolada de ciertos ingredientes en un cuerpo que no está acostumbrado a alimento sin antes pedir de comer o estar hambriento.
Es desolador que haya que buscar vías para desacelerar la exaltación ajena. Y que no siempre estemos de humor para hacer feliz a la gente.
Parece cierto lo que dice el dicho. Cuando todo luce demasiado bueno para ser verdad es porque...
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