Es ilusoria tanto la anhelada felicidad a la que aspiramos como injustas las imágenes de pesadilla que nos hacemos de las miserias que nos pueden aguardar en la vida.
Ni el primer cuadro es tan promisorio como aparenta ni el segundo es tan desgraciado como se pinta. Y en ocasiones el conocimiento fortuito de la segunda nos enseña a apreciar mejor la llegada de la primera si es que nos toca la suerte de encontrarnos en algún momento con ella.
Entonces no puedo evitar pensar que no habría porqué temer tanto el advenimiento de esos tropiezos con los que la vida nos depara hasta el punto de evitar correr algunos riesgos pues el aprendizaje que podríamos obtener de esas enseñanzas nos debería servir para contar con mejores elementos para evaluar y disfrutar mejor las situaciones que el azar nos puede traer.
En serio, podemos hacer recorridos mentales e imaginarios de lo que consideramos debería hacernos personas llenas de dicha, personas felices y contentas. ¿No hemos hecho ese esfuerzo? Si no lo hemos hecho (¿será un esfuerzo?), podemos hacer el intento de observar y ver los resultados en terceros.
En mi caso yo lo he hecho y debo decir que en algunos casos lo que me produce es decepción, lo que me dan ganas es de bostezar. Todo es tan aburrido. ¡Siii!! Porque lo que ocurre es que la felicidad se compone en realidad de momentos felices y a partir de allí todo es rutina. Exacto. Nada de excitación. Por eso tanta gente se refugia digamos en, ¿los deportes?, la ficción o cualesquiera de los otros medios de entretenimiento (las telenovelas para muchos-as) con tal de contrarrestar el tedio que se apodera de todos luego de vivir la cresta de la ola, la cúspide de esos momentos de éxtasis que no son tantos, más bien son cortos y efímeros.
Y no le recomiendo a nadie ensayar con imaginarse situaciones penosas y terribles. Esas vienen solas o están ahí todo el tiempo. ¿Quién no las ha vivido? ¿Quién no ha experimentado esas pesadillas de la realidad o de la mente? Los ejemplos sobran. La vida puede ser una versión no menos aterradora para muchos. Por eso la necesidad de práctica es casi irrelevante. Lo importante quizás sea el vivir esas realidades sin evitarlas, vivirlas hasta el cansancio pues también es cierto, también es verdad que transcurrido cierto tiempo nos acostumbramos a todo: a lo doloroso y a lo trágico. Pasados varios días dejamos de sentir esas emociones tan intensas y sobrecogedoras que amenazan con nuestra estabilidad física y mental.
Porque todo ello en realidad forma parte de nuestro proceso natural de adaptación y sobrevivencia..., afortunadamente (o lamentablemente si de felicidad hablamos)!
2 comments:
... y a veces, muchas, los momentos felices (en su sencillez) lo son por contraposición a haber vivido los momentos dolorosos o simplemente agobiantes. ¿Cuantas veces no valoramos mucho más una "tediosa" tarde de domingo viendo una peli en casita en buena compañía... cuando hemos tenido una semana "horrorosa" de trabajo intensivo y estresante?
Ese es el punto mi querida Carolina..., ni menos ni más.. Todo está en los contrastes y parece ser que conocer los extremos es lo que nos impulsaría a tratar de encontrar los puntos de equilibrio para tratar llevar una vida digna y honorable...
Eso también en otras palabras podría llamarse madurez...
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