Todas las cosas tienen un precio. La libertad es una de ellas. No hay nada mejor que hacer lo que uno quiere y cuando uno quiere. Pero hay costos (de todo tipo: materiales, emocionales, sentimentales) envueltos en ella por los que hay que pagar tarde o temprano. Y a veces estos son bastante altos.
Tan altos pueden ser los costos que puede no haber ganancias. Puede que lo que deje sean pérdidas. Si los beneficios superan los inconvenientes valdría la pena despreciar esos riesgos pero la advertencia es válida de que bien podría no ser así. Por eso la libertad no es recomendable para todo el mundo.
La razón se debe a que nunca se puede tener todo al mismo tiempo. Para conseguir algo tenemos que abandonar, rechazar o dejar algo. La libertad no es una excepción. Sólo si asumimos esto como parte de la ecuación podremos sopesar mejor lo que ganamos y/o lo que perdemos al obtenerla. Sabríamos, o al menos intentaríamos saber, si estamos hechos para ella, si ella está hecha para nosotros.
Por lo pronto mis números no están rojos...y aún si lo estuvieran ..., hey, hum-mm pues habría que ver!
2 comments:
Reflexión tomada literalmente para el día de hoy.
Gracias, Fernando.
Muy halagado Argénida de que te pueda servir para el día de hoy! Para mañana te tendré..., bueno, ya lo verás mañana... :)
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