El fin de semana pasado me fui por tres días a la República Dominicana. Tenía mucho que no iba y ya estaba dando mucho de qué hablar. No por nada malo sino porque la gente nos aprecia mucho. Mucho más de lo que se es merecedor y la verdad es que no hay forma cómo corresponder a tanto cariño. O sí la hay, pero no me he puesto a pensar en como hacerlo para satisfacer a tantas personas.
Parece que no encontraba bien el camino o la motivación hasta que una noche de estas no recuerdo porqué, se me ocurrió visitar Travelocity y encontré una oferta tan tentadora y tan buena que de la sorpresa hasta la dejé pasar. No obstante se me abrió el apetito y dos días más tarde encontré otra mejor y esta vez no me demoré y sin pensarlo dos veces la tomé y el resto es historia.
Al regresar a New York le conté a mi hermana las peripecias del viaje. Los pro y los contra que encontré, las pocas vicisitudes y contratiempos del viaje y sobretodo las muchas cosas buenas que encontramos allá. Me preguntó si Daniel me había prestado un vehículo y le dije que sí. Me preguntó qué y le contesté que un Jaguar que el estaba usando. Ella abrió los ojos y me dijo que con ese vehículo yo debí haber hecho que mucha gente me mirara pues ese carro era raro y muy lujoso en especial en la parte del país a donde me fui a quedar.
Le contesté que no salí en él, que lo dejé casi todo el tiempo estacionado en el patio de la casa, que ni siquiera se me ocurrió eso y que en su lugar me fui a andar en la cola de una motocicleta que un amigo tenía porque me pareció mucho más agradable y divertido sentir el viento en la cara y la emoción que conlleva andar en dos ruedas. Anduve descalzo pisando la tierra mojada, visitando casas, pidiendo que me hicieran café, sacando la gente de sus habitaciones para hablar, charlar, experimentar las emociones simples de la vida.
Tiré fotos del verdor del campo, de los árboles, hasta de una tórtola que anidó al lado de una casa y de la carretera. Me sorprendí de que las aves bajaran a los patios a comer y de que los niños ya no las apedrearan y de alguna forma sentí que no todo está perdido en el mundo.
2 comments:
Qué boniiito. ¿No son estos momentos la felicidad, y el cielo en la Tierra? :-))
Qué güeno que te haya gustado.. :) De acuerdo, creo que la tierra y el cielo y el universo entero se juntan en momentos así cuando el ser desaparece para juntarse con su esencia. Un beshitoooo!!!
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