Hoy siento que las redes sociales me saturan. En especial Facebook. Más que una fuente de entretenimiento e intercambio de información relevante, FB se ha convertido para mí en una fuente de frustración y desencanto.
Siento que los supuestos amigos que pululan dentro de la red no me aportan nada, que me hacen perder el tiempo. Descubro que hay pocos intereses en común o peor, que la gente está llena de prejuicios, creencias y actitudes ante la vida que no son progresistas, más bien son muy conservadoras y retrógradas.
Abunda el racismo, el autoritarismo y se fomenta la división en vez de la integración. Falta mesura: religiosidad desmedida en un extremo y del otro aparece un ateísmo beligerante. Con decir que hasta los ateos parecen religiosos ahora. ¡Quién nos salva!
Existen sus excepciones, claro está y por ellas no nos salimos y nos mantenemos ahí.
La suscripción a importantes periódicos, revistas y organizaciones culturales alternativas e independientes amortigua un poco el efecto nefasto que provoca la ignorancia y la estupidez colectiva que se difunde en las redes, pero ello no es suficiente.
No hay simetría en cuanto al efecto que provocan las experiencias negativas. Estas tienen más peso y perduran más que las experiencias positivas aún cuando exista equilibrio en cuando a la cantidad que recibimos de un lado o del otro.
Hacer la diferencia y contrarestar estas influencias perniciosas es un camino cuesta arriba.
Sé que es mi deber aportar mi granito de arena para mejorar el estado de cosas y alterar la balanza en favor del avance social, pero hoy es uno de esos días que no me siento con deseos de hacer nada de eso y por el contrario, desahogarme en este blog es el camino que considero más apropiado y saludable para expresar mi malestar.
Siento que los supuestos amigos que pululan dentro de la red no me aportan nada, que me hacen perder el tiempo. Descubro que hay pocos intereses en común o peor, que la gente está llena de prejuicios, creencias y actitudes ante la vida que no son progresistas, más bien son muy conservadoras y retrógradas.
Abunda el racismo, el autoritarismo y se fomenta la división en vez de la integración. Falta mesura: religiosidad desmedida en un extremo y del otro aparece un ateísmo beligerante. Con decir que hasta los ateos parecen religiosos ahora. ¡Quién nos salva!
Existen sus excepciones, claro está y por ellas no nos salimos y nos mantenemos ahí.
La suscripción a importantes periódicos, revistas y organizaciones culturales alternativas e independientes amortigua un poco el efecto nefasto que provoca la ignorancia y la estupidez colectiva que se difunde en las redes, pero ello no es suficiente.
No hay simetría en cuanto al efecto que provocan las experiencias negativas. Estas tienen más peso y perduran más que las experiencias positivas aún cuando exista equilibrio en cuando a la cantidad que recibimos de un lado o del otro.
Hacer la diferencia y contrarestar estas influencias perniciosas es un camino cuesta arriba.
Sé que es mi deber aportar mi granito de arena para mejorar el estado de cosas y alterar la balanza en favor del avance social, pero hoy es uno de esos días que no me siento con deseos de hacer nada de eso y por el contrario, desahogarme en este blog es el camino que considero más apropiado y saludable para expresar mi malestar.
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