Y ahora qué, es la pregunta que surge cuando el camino luce despejado y los obstáculos a la vista no parecen insuperables.
Luego de pasarnos bastante tiempo estos últimos años reaccionando a todo aquello que la vida ha puesto a nuestro paso, es válido cuestionarse qué sigue después si ya no existimos únicamente para resolver contrariedades y problemas.
En otras palabras: ¿dónde está o hacia dónde debe dirigirse la acción?
¿Qué nos queda? ¿Entregarnos al hedonismo?
No creo. Ya hemos recorrido ese territorio antes y no nos da las satisfacciones que supuestamente debería darnos.
El cuerpo tiene un límite para todo y suministrarle demasiado de algo que supuestamente es bueno o muy placentero a la larga deja de serlo tanto. Nos movemos entre extremos y necesitamos no perder de vista el límite de los mismos para poder apreciar el verdadero significado de las cosas.
Una paradoja se presenta y es una visión de lo que podría ser el futuro: la buena vida, por razones existenciales más que materiales, puede ser también una mala vida.
Luego de pasarnos bastante tiempo estos últimos años reaccionando a todo aquello que la vida ha puesto a nuestro paso, es válido cuestionarse qué sigue después si ya no existimos únicamente para resolver contrariedades y problemas.
En otras palabras: ¿dónde está o hacia dónde debe dirigirse la acción?
¿Qué nos queda? ¿Entregarnos al hedonismo?
No creo. Ya hemos recorrido ese territorio antes y no nos da las satisfacciones que supuestamente debería darnos.
El cuerpo tiene un límite para todo y suministrarle demasiado de algo que supuestamente es bueno o muy placentero a la larga deja de serlo tanto. Nos movemos entre extremos y necesitamos no perder de vista el límite de los mismos para poder apreciar el verdadero significado de las cosas.
Una paradoja se presenta y es una visión de lo que podría ser el futuro: la buena vida, por razones existenciales más que materiales, puede ser también una mala vida.
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