Es muy revelador y enriquecedor poder mirar el mundo a través de nuevos ojos, nuevos enfoques y nuevos paradigmas. El mundo, la vida, la realidad no lucen igual, se ven bastante diferentes de como parecían inicialmente a partir del momento que cambiamos la perspectiva o el ángulo de visión. Por eso es tan importante viajar, conocer otras culturas y otros ambientes para poder posicionarse uno desde otros ángulos.
Pero no necesariamente tiene uno que viajar para hacer cambios que permitan ver la realidad de forma distinta. Leer, pensar y reflexionar acerca de la vida, las cosas en general que revuelven alrededor de nosotros pueden producir efectos similares. Recientemente he estado hablando de cómo el darnos cuenta de que no somos nuestros cuerpos y la paradoja también de que no podemos escapar a lo que ellos proyectan, ayuda a ver las personas de una manera mucho más compasiva y a la vez, permite sustraernos un poco o mucho de la influencia que ejercen sobre nosotros la apariencia de los demás.
Es así: puedo ver a los demás e inconscientemente o sin pensar mucho puedo reaccionar a sus formas físicas prestando más o menos atención; puedo también acercarme a ellas, ignorarlas o esquivarlas dependiendo de la situación. La apariencia física de un niño o un adulto, un discapacitado o una persona de cierta edad determina muchas veces el trato que le damos. No obstante, corremos el riesgo de no tratar a la persona en sí, sus necesidades reales, sino a la imagen que tenemos de ella.
Y ciertamente si yo tengo problemas en crear un vínculo con las personas debido a la proyección que hago de ellas basada en sus físicos, creo que la reversa es muy probable también. Las personas no me ven a mí, la esencia de quién soy, lo que quiero, lo que busco, mis necesidades, no señor. Los demás sólo ven o reaccionan a mi cuerpo físico en el estadio en el que esté dependiendo de la edad biológica que tenga en un momento determinado. Influye además, la ropa que lleve puesta, las joyas, etc., etc..
Llegados a este punto nos adentramos a territorios menos conocidos pero no menos importantes e interesantes. Es terreno filosófico, de la ontología. Es válido cuestionarse el ser, qué lo constituye, qué nos identifica, qué sería la identidad y dónde reside todo ello. Me pregunto si podría ser posible tratar a las personas y en reciprocidad ser tratado basados en nuestra esencia, lo que nos hace sentir identificados independientemente de nuestra apariencia externa...Y por ahora lo dejamos todo ahí.
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