Adaptación a la reversa

La adaptación es un proceso que usualmente se presume ocurre en una sola dirección: el o los organismos aprenden a sobrevivir a condiciones generalmente más hostiles a las que inicialmente estaban acostumbrados. Dicho de otro modo, se aprende a vivir en ambientes menos propicios que los iniciales o de lo contrario la supervivencia está en entredicho y de no hacerlo se corre el riesgo de la extinción.

No obstante lo anterior, a falta de un mejor vocablo o expresión, me parece que el fenómeno de la adaptación puede ocurrir también a la reversa. Es todo un proceso de adaptación el aprender a vivir en un nuevo ambiente más favorable y propicio para la sobrevivencia. Y si ese aprendizaje no ocurre puede aumentar el riesgo de volver hacia atrás por un proceso de inadaptación a las nuevas condiciones.

Hay que darse cuenta de que si las circunstancias cambian aún a favor, estas generan situaciones que hay que aprender a manejar. Los buenos tiempos, igual que los malos vienen con un manual también y hay que tomarse su tiempo descifrándolo.

Lograr salir de situaciones que mantienen a uno atrapado es un éxito. Tratar de mantenerse en ese nuevo lugar y evitar caer o volver a ser una presa fácil es otro problema muy importante al que hay que prestarle mucha atención.

Por eso hoy día estamos en un período de atención, o de espera y también de reflexión. No queremos perder lo que ya tenemos. Tampoco queremos retroceder. Queremos avanzar, pero, ¿hacia dónde? Esas son las incógnitas que merecen ser tomadas en cuenta dadas las circunstancias.

Por el momento, a falta de objetivos claros, no hacer nada parece ser la mejor opción que tengo a la vista.