Mi defensa fue que no era el valor de la multa lo que más me importaba sino el carácter moral de encontrarme culpable por algo en el que la negligencia era involuntaria pues me encontraba muy lejos al momento de caer la tormenta de nieve.
La moraleja de esto es que uno tiene siempre que defenderse. Independientemente de lo incómodo que es el tener que llenar papeles, asistir a las citaciones y tener que hablar delante de un juez, estos casos sencillos podrían ser la escuela que uno necesita en caso de tener que enfrentar complicaciones mayores con la justicia.
Por otro lado, aprendí a poner acentos con mi teclado sin tener que usar una plantilla. Es tan fácil que hasta vergüenza me da no haber descubierto el secreto antes o no haber hecho el esfuerzo necesario por averiguarlo...., pero es estupendo escribir directamente en blogger sin tener que estar copiando y pegando textos o volviendo de atrás para adelante porque se me olvidó poner un acento o la tilde de la ñ....
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