Ya no podía más con la vergüenza y el otro día fui a visitar a la mamá de unos amigos míos de mucho tiempo atrás. Hacía un par de semanas que alarmada me había llamado porque no había podido verme en 2 o 3 viajes previos que había hecho a NY.
No bien hube llegado y cruzamos unas cuantas palabras me preguntó que si había comido. La verdad es que no lo había hecho pero tampoco había ido con el propósito de quedarme a comer. Estaba mucho más interesado en el intercambio cordial y el trato cortés con que siempre nos habíamos tratado.
Por su parte ella insistió y en cuestión de segundos inició los preparativos para darme de comer. En pocos instantes ya había servido café, arroz, habichuelas, carne, ensalada y hasta una cerveza estaba lista para mí en la mesa de la cocina. Cuando hubo concluído con todo eso se retiró a la sala del apartamento a ver la televisión.
Le reclamé que volviera para la cocina pues yo había ido a verla a ella y no a ponerla a hacer oficios. Me respondió que se había ido para que yo pudiera comer tranquilo.
Entonces la entendí. A partir de ahí todo fue más fácil. Parece que la felicidad de alguna gente no está donde uno cree que debe estar. La de ella en relación conmigo no estaba subordinada a hablarme, ni a verme. Tampoco a los intercambios de palabras, a las conversaciones que podían suscitarse entre nosotros. Ella era más feliz sintiéndose útil y/o haciendo lo que creía me hacía sentir más cómodo a mí. En otras palabras, ella era más feliz sirviéndome.
Con mi prolongada ausencia de los últimos meses, le había quitado la oportunidad de que ella me sirviese y por tanto le había quitado la oportunidad de que ella se sientiese de valor. Como muchas personas, pero como madre en particular su razón de ser es el servicio. Quitándole eso también le estaba quitando el derecho de ser feliz a su modo.
7 comments:
Qué bueno Fernando que le encontraste un sentido, no sólo para ella, sino para la relación de ambos y el intercambio fructífero. Le permites sentir que tiene algo valioso que compartir ^_^ .
Esto lo enlazo con las veces que me he irritado cuando comiendo con mi madre interrumpe muchas veces la animada conversación para preguntar(nos) si está rico, si queremos más... con el tiempo lo entiendo más, ya no sólo desde la cabeza sino como vivencia y entendimiento inmediato. Cuántas veces ahora me sonrío recordándola cuando me felicitan por los platos que hago y busco el feedback de que lo que he hecho está al gusto de la otra persona.
Lo cierto es Carol que muchos de los intercambios que tenemos con las personas hay siempre algo de eso, algo de nosotros no entender o de la otra persona no entender... Tu madre preocupada en servirte y en hacerte sentir bien yerra el tiro con la interrupción pues lo que hubo preparado estuvo hecho para satisfacer a otro-os no a sí misma..y su satisfacción no depende de la cosa en sí sino de que le guste a quíén ella con tanto entusiasmo se lo hizo..
La conversación, en cambio y a diferencia de ti, es un relleno, algo secundario y que no es lo más importante para ella por lo que en cualquier momento puede desconectarse y salirse para enlazar con lo que sí es significativo y relevante donde está invertido todo su empeño (y sus emociones).
A propósito y ya que lo mencionas, me encantaría Carol darte ese feedback (y felicitarte si te lo ganas) y prometo no interrumpir con ninguna conversación que tenga que ver con otra cosa que no sea una apreciación o un 'me gustó', 'no me gusto' 'quiero más'.... : )
(Prometo estar muy atento para descubrir y reciprocar con cosas que a ti te gustan. No tendrás necesidad de decirme y tampoco voy a preguntar ja ja ja)
Cada ser humano tiene una forma distinta de sentirse feliz. Intentar entender y aceptar eso es la clave de la armonía y la paz entre las personas. Nos creemos poseedores de verdad absoluta, nos creemos tener la llave de la felicidad de otros, nos creemos saber qué necesita el otro para ser feliz, sin darnos cuenta de que todo eso es un mito, una fantasía.
Aclaración: A mi me gusta que me confirmen el gusto, si está bien de sal u otros ingredientes y tal y cual... y luego seguir con la conversación (que no tiene por qué tener que ver con comida, es decir el feedback justo y luego a otra cosa-mariposa). Decía que la entendía en cuanto a necesidad de feedback, pero ella puede pasarse mucho más tiempo, durante toda la comida, estando muy pendiente de la misma y sus comensales, como gran anfitriona. Yo no he llegado a su nivel Fer jjajaja. Así que me encantaría que me regalaras una buenísima conversación sobre cualquier cosa que fuera de tu interés.
Al hilo de tus apreciaciones de tu post, Sheila lo rubrica bien, que no?
¡Besos!
Oh Sheila! De la misma manera también nosotros podemos tener ideas generales de lo que nos disgusta y al mismo tiempo no saber con exactitud qué es eso que nos gusta. Sólo nos enteramos cuando de repente nos encontramos con esa realidad o producto de nuestras experiencias con personas y circunstancias. Es una suerte el que ello ocurra y la fuente de dónde parece provenir tanta felicidad podría estar actuando de manera inconsciente también. Tener la habilidad de pulsar los botones y las teclas correctas y sólo en las personas correctas debería ser casi como una especie de arte..
Y bien Carol, no te preocupes que te entendí perfectamente desde la primera vez.
Te mando el último beso de Mayo... muaaaahhhh!
El otro día, por mucho que esté de acuerdo contigo en la teoría, fallé en la práctica: al igual que tú, fui de visita, aunque yo fui a ver a mi hermana. No me fue posible hacerle comprender que lo único que necesitaba era un poco de paz, de calma, y no su avalancha de preguntas destinadas de hacerme sentir cómoda.
Supongo que la comprensión depende también del estado de ánimo de uno. Y el mío el día de la visita a mi hermana estaba por los suelos. Y ella no lo vio.
Se llama empatía y los huéspedes y los anfitriones deberían compartirlo :).
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