En estos últimos días he estado un tanto ensimismado, muy ocupado en descubrir y extraer esos secretos de la realidad que estando a simple vista nos eluden porque nuestra atención está fragmentada o dirigida hacia otras direcciones. He estado observando y analizando, reexaminando los hechos con nuevos ojos para llegar a la conclusión de qué es lo que es importante en la vida.
De esas observaciones fue fácil el darnos cuenta que las personas y no las cosas son lo más importante. Sin embargo es aquí donde se presenta el primer conflicto. Tenemos la capacidad de convertir todo en cosas. Hasta los seres humanos podemos transformarlos en objetos y hay que hacer entonces grandes esfuerzos para no cosificarlos, sobretodo en verano cuando la poca ropa hace casi imposible el que nos fijemos en otras cualidades que no sean los elementos visibles y aparentes que saltan a la vista sin que hagamos un mínimo de esfuerzo.
¿Se dan cuenta? Es una tarea muy difícil en verdad. Categorizamos a los demás no por sus cualidades intrínsecas y abstractas sino por el contrario, por lo que vemos; convertimos a las personas en cosas y ellas a su vez hacen lo mismo con nosotros basados en detalles superfluos como la altura, el color, el peso, el sexo, la edad, la simetría de los cuerpos y cosas así.
En segundo lugar, fruto de mis investigaciones he podido comprobar que el verdadero valor de las personas está directamente relacionado con la calidad de la interacción que mantienen con el entorno, la manera como se comunican con éste y las emociones y sentimientos que suscitan en sus interlocutores independientemente de otros méritos que las personas en cuestión podamos exhibir y reclamar como pruebas de valía.
La gramática y la ortografía no sirven de nada si la persona no sabe comportarse. Lo mismo los PHDs, los doctorados o haber escrito muchos libros no nos libran de ser considerados como patanes, si no mejoramos, si no logramos mejorar la existencia de las otras personas que existen a nuestro alrededor. Si por el contrario, pues, los demás se sienten miserables y ciudadanos de segunda categoría en nuestra presencia entonces nuestro valor como individuos, nuestro valor como seres humanos se deteriora en la misma proporción y no somos mejores sino peores personas..., aunque creo que todo el mundo ya sabe eso, ¿lo sabemos?
4 comments:
De nada sirve saberlo si no lo ponemos en práctica. Es como cerrar los ojos mientras canturreas "lalalalalalalalala" para no escuchar... Echaba de menos una entrada :)
Agrada que echen a uno de menos, por lo menos lo que uno escribe aquí. Agrada más si quién echa a uno de menos es nada más y nada menos una persona que como Odd Bu le hace la vida más agradable a los demás mortales con su forma de ser y todas sus ocurrencias... Ellas divierten mucho, sí señor!
Estoy de acuerdo, hay que hacer un mayor esfuerzo por poner en práctica las cosas que ya sabemos en teoría.
Hola Fernando, me parece un post con unas reflexiones muy interesantes y un buen recordatorio final. También se me ocurre en sentido inverso, reflexionar sobre qué personas nos hacen sentir bien o quienes "miserables" y "hacer las limpiezas oportunas".
Un abrazo!.
Interesante reflexión, Fer. Pienso que para valorar a una persona como tal, debemos nosotros como individuo conocer el valor que tenemos, sentir amor por nosotros mismos, y de esta forma sabremos apreciar sin categorizar ni en "cosificar" a las personas que nos rodean. Es una loable tarea, y si pudieramos practicarla al pie de la letra todos los días, muchas "cosas" cambiarian.
Post a Comment