Aparentemente todos los seres humanos somos iguales en nuestra capacidad de aprender. Mas, por distintas razones que escapan al control individual e incluirían el lugar dónde nacemos, la educación que recibimos, la religión que nos inculcan los mayores y/o la clase social a la que pertenecemos entre otras múltiples causas más, nos vamos poco a poco separando los unos de los otros; aprendemos en el curso de la vida a ver el mundo en términos muy diferentes que al final de cuentas terminamos no siendo tan iguales entre sí, sino todo lo contrario, nos convertimos en seres muy disímiles en nuestra manera de pensar y abordar la realidad que nos circunda.
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