Siguiendo con la idea de la entrega anterior en la que destacaba que todo debe costar, he comenzado un nuevo proyecto basado en la premisa de que no sólo quién da debe pagar un precio sino también quién recibe lo que se da. Es decir, este último debería ser capaz de aportar algo de su parte para poder recibir y apreciar lo que se le da.
No es complicado de entender. De la misma manera que no tiene mucho mérito dar o regalar lo que nada nos duele o nos cuesta, así mismo no le damos el mismo valor e importancia a todo aquello que recibimos sin nosotros habérnoslo ganado, sin que haya habido ningún esfuerzo o sacrificio de nuestra parte.
¿Cómo poner esto en la práctica? Muy sencillo: en mi reciente y último viaje a Santo Domingo me dediqué a iniciar un nuevo proyecto. Un poco limitado en cuanto al número de participantes (n=5) pero que me permitirá evaluar actividades similares en un futuro. En esta ocasión me dediqué a promover el cultivo de hortalizas a nivel barrial y por ello le pagué a 5 personas una pequeña cantidad de dinero para que hicieran un pequeño huerto en sus casas. Yo les proporcioné las semillas.
El huerto y los resultados que obtenga cada quién son para el beneficio de cada individuo participante.
Se trata de no dar dinero por dar dinero a la gente que regularmente se le acerca y le pide a uno para comprar bebidas o jugar, etc., sino en su lugar yo se lo doy si a cambio ellos hacen algo por ellos mismos. Yo contribuyo entonces con dinero contante y sonante a manera de incentivo para el logro de un objetivo que los beneficia directamente.
Lo anterior puede constituirse en un modelo para diseñar estrategias que ayuden a identificar necesidades y "financiar" pequeños proyectos de ayuda dentro de la comunidad.
No es complicado de entender. De la misma manera que no tiene mucho mérito dar o regalar lo que nada nos duele o nos cuesta, así mismo no le damos el mismo valor e importancia a todo aquello que recibimos sin nosotros habérnoslo ganado, sin que haya habido ningún esfuerzo o sacrificio de nuestra parte.
¿Cómo poner esto en la práctica? Muy sencillo: en mi reciente y último viaje a Santo Domingo me dediqué a iniciar un nuevo proyecto. Un poco limitado en cuanto al número de participantes (n=5) pero que me permitirá evaluar actividades similares en un futuro. En esta ocasión me dediqué a promover el cultivo de hortalizas a nivel barrial y por ello le pagué a 5 personas una pequeña cantidad de dinero para que hicieran un pequeño huerto en sus casas. Yo les proporcioné las semillas.
El huerto y los resultados que obtenga cada quién son para el beneficio de cada individuo participante.
Se trata de no dar dinero por dar dinero a la gente que regularmente se le acerca y le pide a uno para comprar bebidas o jugar, etc., sino en su lugar yo se lo doy si a cambio ellos hacen algo por ellos mismos. Yo contribuyo entonces con dinero contante y sonante a manera de incentivo para el logro de un objetivo que los beneficia directamente.
Lo anterior puede constituirse en un modelo para diseñar estrategias que ayuden a identificar necesidades y "financiar" pequeños proyectos de ayuda dentro de la comunidad.
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