Fuimos a comprar unas cosas a la tienda y de paso escogí un par de chocolates, uno para ella (6 años recién cumplidos) y otro para su hermanita que no andaba con nosotros (casi 3).
De vuelta a la casa le digo que no se lo puede comer de una vez sino que tiene que esperar a llegar para que las dos se comieran los chocolates al mismo tiempo.
No bien hemos caminado unos cuantos pasos en la acera de la calle, la veo tratando de abrir el suyo y otra vez le recuerdo que no puede comérselo hasta que lleguemos.
Me contestó en el mismo tono de urgencia y desesperación con el que me señaló en un restaurante el día anterior que tenía que ir al baño inmediatamente. En esa ocasión paró de comer y se levantó de la mesa repentinamente y no tuve más remedio que pedirle a la camarera que la acompañara porque supuestamente no le daba tiempo de llegar a la casa:
- Es que no me puedo esperar!
- Tu sí puedes: le riposté yo, entendiendo mejor que su urgencia no era real esta vez.
No me respondió pero de inmediato apuró el paso y se separó de mí unos cuantos metros como alguien que tiene mucha necesidad y prisa por llegar a su destino...

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