Friday, November 30, 2018

Al igual que la comida

El otro día hablaba de la importancia de no desperdiciar nuestro paladar, de aprovechar al máximo nuestro sentido del gusto y de utilizarlo no solamente como una manera de satisfacer y saciar el hambre sino también para realzar la experiencia de la comida.

Me di cuenta de que no se debe comer por comer. Debe haber algo más que nos motive y ese acto no debe ser de ninguna manera rutinario.

Explorar nuevos sabores, ir en la búsqueda de nuevas sensaciones debe ser nuestro motto de todos los días. Dejar de crear nuevas experiencias o desaprovechar la oportunidad que nos ofrece la vida para degustar la comida en sus diferentes formas y variedades es un desperdicio.

De igual manera y llevando esta idea un poco más lejos, resulta también un desperdicio no cuestionar nuestras experiencias cotidianas y dejar de crear o buscar aquellas que nos eleven la calidad de la vida.

¿Porqué malgastar nuestra existencia repitiendo las mismas cosas, conociendo la misma gente que no tiene nada nuevo y bueno que ofrecer?

Tal y como hacemos con la comida, ¿porqué no comenzamos a desechar a toda esa gente que nos da náuseas y empeora nuestra calidad de vida?

Aparentemente, para llegar a este punto hay que estar alerta y presente todo el tiempo. Es la única manera como podemos esquivar y vencer la tiranía que ejerce la rutina sobre nuestras vidas.

A todos parece llegarnos ese gran momento de lucidez en el que descubrimos que tenemos que ir en la búsqueda de esas cosas que nos interesan y hacen nuestra vida más plena y al mismo tiempo debemos dejar atrás sin drama y sin lamentaciones todo aquello que nos limita y hace de nuestra vida una existencia miserable.

Wednesday, October 31, 2018

Afluencia, Cultura, Nutrición

Una buena conversación estimula la imaginación y pone a uno a pensar en cosas que no había tomado en cuenta antes y surgen así como de la nada ideas y pensamientos de los más creativos y originales.

Me pasó el otro día con una de mis clientes favoritas quien en medio de la revisión de su cobertura de salud para el año entrante vino a formar parte de la conversación el hecho de que era la hermana de un integrante de un grupo de Rock al que conozco desde hace muchos años: Los Lobos.

Nos entretenemos siempre hablando de seguros y de todo y de nada en particular y sin proponérnoslo nos adentramos siempre a hablar de cultura, viajes, de salud y claro, no podía faltar la comida. Esta señora es chicana, de California, muy culta ella y como toda buena californiana muy preocupada por la que es o no es saludable.

Fue en medio de esas divagaciones que se me ocurrió a mí decirle algo que me vino a la mente en esos momentos. Le decía yo que parece que las personas no aumentamos nuestros conocimientos en materia de nutrición de manera proporcional al aumento de nuestra capacidad para adquirir los alimentos que consumimos.

Según mi teoría, nuestros hábitos alimenticios están condicionados por la cultura y por nuestra capacidad de poder adquisitivo, lo cual no necesariamente tiene que ser racional o estar relacionado con el poder nutritivo de los alimentos que ingerimos. En tal sentido, el aumento de nuestro poder adquisitivo podría influir negativamente en nuestra salud por el simple hecho de proporcionarnos con más frecuencia la clase de alimentos que preferimos más y a menos que nos hayamos educado en la materia, no siempre serían los más adecuados y saludables..

Talvez la idea no sea tan original porque ya había oído hablar de la paradoja de los cubanos. Ellos gozan de uno de los niveles más altos de salubridad en el mundo (la calidad de su medicina es un factor), sin embargo es de todos conocida la difícil situación económica por la que atraviesan lo cual los hace consumir mucho menos calorías que las que se consumen en países más desarrollados.

Todo parece indicar que lo que hace daño no es tan solo la calidad de lo que se consume sino también la cantidad y paradójicamente la escasez se convierte en un buen aliado de la salud a falta de mejor conocimiento en la selección de lo que introducimos como alimento en nuestros cuerpos.

Sunday, September 30, 2018

Wanderlust

Al final de Agosto y comienzos de Septiembre me fui a Bergen, la segunda ciudad en importancia de Noruega y la que en algún tiempo fue también su Capital.

Es un sitio lejano, situado entre el mar y las montañas, con vistas naturales espectaculares que impresionan a todo aquel que se adentra a ese mundo de sueño, a la vez exótico, frío y apartado.

Ir allí te deja marcado. Y por más de una razón. La belleza del paisaje, la peculiaridad de su comida, el colorido de las casas y sus techos, la experiencia de subir y bajar las montañas que están a su alrededor.

La verdad es que ir a lugares desconocidos, conocer nuevos territorios, probar comidas diferentes con nuevos ingredientes y sabores que sorprenden al paladar es toda una experiencia que nos marca y deja su huella de manera indeleble. No se puede borrar así por así.

Por el contrario, se crea una sed de búsqueda de nuevas vivencias; las que nos condicionan a querer siempre más; nos estimulan a abandonar la inercia y a lanzarnos hacia nuevas aventuras con el fin de experimentar esas emociones y sentimientos que sólo se consiguen al explorar los nuevos territorios y nos atrevemos a incursionar en la incertidumbre de lo desconocido.

Visto así y por extensión, cada día tiene el potencial de convertirse en una experiencia distinta, en una oportunidad de conocer algo nuevo y en la ocasión de probar una nueva delicadeza culinaria o el encuentro con una belleza insospechada.

Me voy más lejos y cuestiono el porqué debo gastar mi paladar, mi hambre y mi sed en comidas y bebidas que no estimulan mis sentidos, mi imaginación, mi ser. Qué de la mirada, los olores, los sonidos: ¿hacia dónde dirigirlos para satisfacer esta necesidad perenne e insaciable que parece no tener límites?

Me pregunto si no será este el mismo camino que conduce a la perdición.

Wednesday, August 29, 2018

Prisiones

No hay mejor manera de poder apreciar una cosa que cuando escasea o cuando no la tenemos o dependiendo de lo que se trate, cuando la podemos ver desde otro ángulo especialmente si es el opuesto.

La libertad por ejemplo. Cuando nos la quitan como en el caso de un encarcelamiento o prisión, todas las cosas asociadas con ella toman una nueva dimensión, se aprecian y se añoran más, se desean más.

De igual modo cuando tenemos la oportunidad de analizar lo que es una prisión podemos descubrir que fuera de ella no todo es color de rosa. Vivir en una cárcel o prisión nos hace descubrir otras cárceles y prisiones que existen fuera de los límites de esas instalaciones.

A diferencia de las cárceles físicas donde hay restricciones materiales de todo tipo -- paredes, barrotes, cadenas, etc., existen también otras cárceles en los lugares más insospechados donde los grilletes a pesar de ser invisibles no dejan de constreñir y aprisionar con la misma intensidad.

A manera jocosa, existe una canción de Braulio titulada "en la cárcel de tu piel" dónde la víctima narra estar preso a voluntad, prisionero del amor que le tiene a su carcelera e implora que no le den la libertad pues esa prisión le encanta... En fin en este caso habría que cuestionar el significado de lo qué es una prisión o si esto califica para llamarse una prisión real pues el presidiario parece disfrutarla y no querer su libertad.

En ese mismo tenor podemos hacer una búsqueda en Google y ver que además de "en la cárcel de tu piel", también existen "en la cárcel de tu amor" y "en la cárcel de tu adiós" que auguran resultados y vivencias mucho menos auspiciosas.

Dejando un poco de lado el romanticismo y volviendo a ser más realistas lo que quiero destacar es que hay otras prisiones, como las mentales, ideas fijas que aprisionan, maneras de vivir, hábitos, atavismos que no se diferencian mucho de la vida en una prisión y así por el estilo.

Recientemente me pasé muchas horas mirando 3 temporadas y más de 40 episodios de Orange Is The New Black, una serie que narra la vida en prisión de un grupo de mujeres y a la conclusión que llegué es que a pesar de lo desgarrador e inhumano del trato que reciben las reclusas, la vida dentro de una prisión llega a ser predecible y hasta cierto punto controlable.

Hay personas que se adaptan a este tipo de "orden" brutal dentro de la prisión (carcelero o encarcelado son dos caras de la misma moneda) mas adaptarse a las condiciones existentes fuera de ella les es muy costoso. De ahí que la cárcel se convierte en una especie de magneto a la que tarde o temprano la mayor parte regresa por no poder entender o descifrar las reglas existentes fuera de ella.

A fuerza de mirar la rutina en la que se desenvuelve precariamente la vida en instituciones carcelarias nos queda la alternativa de analizar nuestras propias vidas para determinar hasta qué punto estamos nosotros mismos encarcelados y si actualmente estamos aprovechando al máximo la supuesta libertad de la que gozamos.

Tuesday, July 31, 2018

Mantener el balance

De cómo no perder el equilibrio, de cómo mantener el balance va esta entrega.
Porque es fácil dejarse arrastrar por los extremos y en casi todos los casos, todos los extremos son malos.

Veamos: si trabajamos mucho es bueno por un lado porque conseguimos dinero para pagar las cosas que queremos y necesitamos pero al mismo tiempo trabajar demasiado no es bueno ya que el cuerpo y la mente necesitan descansar de manera apropiada. Divertirse en estas circunstancias sería genial pero si exageramos, si nos divertimos más de la cuenta es malo porque gastamos lo que tenemos y hasta lo que no tenemos.

Como dice un amigo mío, no hay límites para gastar. Siempre va a haber un whisky más caro o una ropa de mayor precio y eso se puede extrapolar a todo: tickets de avión, vacaciones, lujos, etc. Si nos llevamos del gusto nos endeudamos y hasta podríamos perderlo todo cuando ya no podemos seguir el ritmo y se produce un desbalance entre el dinero que entra y el que sale.

Lo mismo nos pasa con la comida.
¡Qué cosa más deliciosa es comer!
Independientemente de que comemos porque es indispensable para vivir, en los tiempos modernos ya no lo hacemos exclusivamente porque lo necesitamos sino, por placer y en demasía, hasta el punto que hemos creado una crisis llamada obesidad por el consumo en exceso de comida.

Sin embargo es difícil encontrar un punto de equilibrio porque al mismo tiempo que se nos incentiva a comer utilizando toda clase de trucos y artimañas de mercadotecnia, también se usan las mismas técnicas para decirnos lo contrario, lo cual en el peor de los casos nos lleva a desarrollar trastornos del comer como la anorexia y/o bulimia.

Existencialmente hablando me doy cuenta que la vida se desenvuelve siempre entre parámetros opuestos a los que hay que prestar mucha atención para poder disfrutarla plenamente y no perderse de manera irreparable en sus extremos.

Como en este caso de que me estoy sintiendo culpable de que estoy gozando de demasiado tiempo libre y siento que no lo estoy aprovechando al máximo y de que ese puede ser el origen de la creación de malos hábitos que interfieran o me incapaciten para mis labores productivas posteriores...

No me gusta dormirme en mis laureles ...

Saturday, June 30, 2018

El mundo está en conmoción

Vivimos tiempos difíciles estos últimos días, estos últimos meses y estos últimos años. Actualmente no es sólo la amenaza del cambio de clima que inexorablemente nos acerca cada vez más hacia un final catastrófico y trágico. Es sobretodo la respuesta que se le está dando a esta amenaza real.

Ignorar el problema no lo hace desaparecer, por el contrario lo agrava y quiénes más van a sufrir las consecuencias son precisamente las personas más vulnerables no solamente de los países más ricos y desarrollados sino especialmente de los países más pobres.

Al comenzar Junio se inicia la temporada ciclónica que el año anterior produjo múltiples huracanes y los consecuentes daños, pérdida de vidas humanas y grandes devastaciones en el caribe y el sur de Estados Unidos y de las que todavía no nos hemos recuperado completamente.

En cuanto a la situación política, estamos viviendo en un estado de caos en el mundo entero. Las guerras no parecen cesar, la crisis migratoria y de refugiados producto de estas guerras se agrava y la estabilidad política del mundo se tambalea. No se ve una solución a corto ni a largo plazo y mientras tanto mucha gente muere a diario ya sea a consecuencia directa de las guerras, otras que huyen de ellas perecen ahogadas en barcos que zozobran en alta mar y también de manera indirecta la gente muere de hambre, de enfermedades que son el producto de las condiciones infrahumanas en las que les toca vivir y así por el estilo.

A todo lo anterior se suma la inestabilidad política, social y económica que existe en muchos países de latinoamérica como Colombia, Venezuela, México y otros países de centroamérica y que provoca la migración de grandes contingentes de estas poblaciones hacia Estados Unidos y la respuesta, el trato inhumano que reciben al llegar a este territorio.

El mundo está en conmoción. La tecnología en vez de ayudarnos ha empeorado las cosas. En vez de unirnos nos ha dividido aún más. Nos ha segmentado en base a la raza, la religión, el color de la piel, afiliación política, preferencias sexuales y quién sabe cuántas cosas más.

La situación a nivel local no parece ser mucho mejor. Todo lo contrario: las fuerzas que parecen estar controlando la dirección hacia la que se dirige el mundo se dejan sentir con mucha fuerza en los barrios y las zonas donde uno vive. Se nota un incremento de la violencia, las actividades delictivas crecen y hay un aumento en la membresía juvenil en grupos proscritos que no parecen tener ninguna consciencia o valoración de los peligros que entraña vivir al margen de la sociedad.

Últimamente he estado cuestionando y reflexionando sobre la vida, que no es justa. En cambio, es muy injusta. No basta con controlar las circunstancias que rodean tu vida en particular. Ella depende sobremanera de factores que uno no controla y en muchos de estos casos uno puede perderla a consecuencia de ellos.

Thursday, May 31, 2018

Nuevos cambios

¿Qué sería de la vida si no hubiera cambios? No sabría decir. Las respuestas serían tan diversas como individuos existen en el planeta. Por mi parte yo creo que me aburro si de vez en cuando no cambian las cosas o la percepción que tengo de ellas. Porque de hecho todo está cambiando continuamente a nuestro alrededor aunque no nos demos cuenta de ello.

Generalmente las personas intentamos cambiar de una situación mala o peor a una menos mala o mejor. Sin embargo, para que sea soportable y sostenible, aún una situación buena debe introducir cambios de vez en cuando. Ese es mi caso. Y este blog, las cosas que se cuentan en él, son un reflejo de esos cambios.

En esta ocasión me voy a permitir comentar sobre un cambio drástico que he introducido en mi vida en los últimos tres meses relacionado con la clase de comida que como. Sí, se trata de un experimento con el que he coqueteado otras veces pero que hasta hoy día no lo había tomado tan en serio.

Pero creo que por fin ya (ahora, en estos momentos, hoy en día) me llegó el momento apropiado para dejar la carne, los huevos, la leche y en su lugar comer solamente alimentos provenientes de plantas.

Debo ser honesto: la razón de hacer este cambio radical no es simplemente moral aunque no niego que influye un poco en mi razonamiento; mas debo admitir que aunque me gusta la carne, el queso, etc., y alejarme de ellos cuesta bastante, he llegado también a comprender que no es saludable para mí y a la larga no me beneficia sino que al contrario, me perjudica en términos de aumentar/disminuir mis probabilidades y calidad de vida.

Es un experimento. No quiero teorizar. Comencé a mediados de Febrero de este año y la idea era comer vegetales y frutas por una semana y parar y evaluar, pero al segundo o tercer día sentí que mi cabeza se ponía ligera como si me fuera a doler, cosa que no ocurrió y decidí continuar por otro día, otra semana, otro mes hasta que comí carne un par de veces y no pasó nada, excepto que ya había desarrollado nuevas estrategias, había creado nuevos mundos, nuevos hábitos, otras alternativas que ya no parecen nuevas alternativas sino nuevas vías, caminos reales que se valen por si mismos y ese ha sido el principal descubrimiento: ir en esta nueva dirección es un fin que satisface a plenitud y resulta tan placentero en sí mismo que no tiene nada que envidiarle a mis hábitos y costumbres de comer anteriores...

Hacer este cambio ha sido una especie de revelación y considero que es un campo fascinante y digno de exploración. ¿De qué otra manera podría yo haberme puesto en contacto con tantas especies de plantas, con tantas variedades de vegetales de los que ni idea tenía cómo podía prepararlos para la comida, a la manera cómo todos sabemos preparar la carne y sus derivados?

Continuará ....

Monday, April 30, 2018

El precio de vivir intensamente

Una idea, unos pensamientos recurrentes se han apoderado de mí los últimos meses y creo que esta es la primera vez que les voy a dar salida por aquí o por cualquier otra parte.

Me he estado preguntando si la intensidad con la que se vive el presente interfiere con la duración o la calidad de la vida que se vivirá en el futuro.

De entrada parece que sí, y como un recordatorio de esto nos enteramos en estos días de la muerte a los 28 años de Avicii un renombrado DJ sueco, quién desde muy joven estuvo aquejado de problemas de salud asociados con su excesivo consumo de alcohol... Tuvo una vida corta pero extremadamente intensa.

Por un lado sabemos que decisiones que tomamos cuando somos jóvenes influyen de manera decisiva en situaciones que afectarán nuestro futuro... Por ejemplo ahí está el fumar. Al momento de una persona comenzar hacerlo en sus 20 o 30 años no se ve la conexión que puede llegar a tener para vivir pasados los 70, suponiendo que algo no se interponga antes en el camino.

Ahora bien, está comprobado que la diferencia de vida entre un fumador y otra persona que no lo sea, sobrepasa los 10 años y habría que cuestionarse si el placer que proporciona el tabaco compensa esta diferencia. No hay que olvidar que el fumador lo hace por gusto: valdrá la pena el gustazo que se da para justificar el hecho de vivir menos años. En todo caso hay que admitir que su vida es más candente.

Desde mi punto de vista la experiencia de vivir el presente cuando se tiene 20 años (o cualquier punto de la vida en relación con un futuro más o menos lejano) está muy remotamente relacionada en el tiempo con las consecuencias futuras del accionar de día a día y eso presenta dificultades existenciales, logísticas que impiden tomar medidas apropiadas cuando todavía se pueden evitar algunas consecuencias nefastas.

Surge la inquietud: hacer esto o lo otro parece divertido, mas, puede al mismo tiempo ser peligroso, a la larga. ¿Y qué tal si no se vive "a la larga"? La vida está llena de azares y nada ni nadie puede asegurar que se llegará a determinada edad sin contratiempos, sin accidentes, etc. Todo entonces se resume a decidir de antemano (consciente o inconscientemente) sobre los riesgos que podemos asumir y tolerar; o dicho de otro modo, de tomar la decisión de cuáles placeres de la vida valen o no la pena vivir con o sin ellos.

¿De dónde viene todo esto? Muy simple: últimamente, con más frecuencia que de costumbre para mi gusto, tengo que decidir si pasarla bien y super-bien ahora, hoy o esta noche, alterando mi conciencia con unas cuantas cervezas, copas de vino, etc., sabiendo de antemano las consecuencias, el precio que deberé pagar el día siguiente que no es otra cosa la mayor parte de las veces que no sentirme 100% bien, la alta probabilidad de tener que usar analgésicos durante todo el día para calmar el dolor de cabeza y en el peor de los casos sentirme como una mierda que no sirve para nada lo que en otras palabras se traduce en perder todo el santo día.

De ahí que yo sienta a veces que mi bienestar de hoy producto de mis excesos sea algo así como un préstamo por adelantado, que le estoy cogiendo prestado al futuro y por ese placer y bienestar potenciado del ahora o del hoy tarde o temprano deberé pagar un precio muy caro.

Para todo hay una expresión y el argot popular (cliché) describe esto de esta manera: "un gustazo, un trancazo". Usualmente viene a colación luego que el hecho está consumado y no se puede volver atrás. Ocurre que luego de unos cuantos trancazos uno se cuestiona si vale la pena el gustazo... Lo bueno de todo esto (si es que hay algo bueno) es que de antemano uno escoge los trancazos y sabe el precio que va a pagar por adelantado (no hay sorpresas) y así 'duele' un poquito menos...
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