Wednesday, January 2, 2013

Libertad de expresión

La frase con la que se titula esta entrega de hoy no era el tema de lo que quería escribir originalmente.

No puedo, sin embargo, dejar pasar por alto el asunto en cuestión pues me acaban de invitar a firmar una petición para pedir la prohibición en Facebook de un grupo que se piensa formar allí con el nombre de "Fundación Rafael Leonidas Trujillo Molina" (no sé si ya está formado y tampoco me interesa).

Y yo no estoy de acuerdo con la petición. No estoy de acuerdo con que se quiera prohibir semejante cosa. Por más repulsivo que a mí personalmente me parezca, creo que es primordial el derecho que tienen las personas de expresarse libremente.

Hasta tanto estas personas no cometan ningún delito o no atenten contra algún derecho "legal" de los demás, no veo el porqué se les deba tratar de impedir su deseo.

Aglutinarse en torno a la memoria de quién fuera un líder sanguinario y opresor como lo fue el extinto dictador es parte de las libertades a que se hacen merecedoras esa gente, precisamente por haber desaparecido la era atroz de esa figura a la que pretenderían reivindicar.

Es un gusto que desapruebo, pero no son tan irracionales como podrían parecer, las razones por las que algunas personas decidirían crear una agrupación como tal.

No debemos olvidar que ayer al igual que hoy, mucha gente se benefició del status quo en aquel entonces. Los regímenes totalitarios no existen en el vacío.

La dictadura trujillista, igual que en esta época el régimen del PLD, se sostuvo con el apoyo de mucha gente que con su silencio se hizo partícipe y cómplice de todas las atrocidades que se produjeron durante ese horrendo, oscuro y largo período de nuestra historia.

Esas personas de alguna manera propiciaron el que la ocurrencia de las mismas se prolongara por tanto tiempo.

Igualito que ahora.

Pero independientemente de cúan ruín pueda parecer una agrupación, ni cuán espúreos puedan ser los motivos que existan detrás de su formación, no se le pueden quitar a quiénes están detrás de ella, los mismos derechos de cuya inexistencia en otros tiempos nos hemos quejado, derechos que personas como esas nos hubieran negado.

En tal caso, ¿en qué estaríamos? ¿Qué hemos aprendido? ¿Acaso no estaríamos haciendo lo mismo, no estaríamos reproduciendo lo que ellos hubieran hecho en una situación similar? ¿A qué le tenemos miedo, en realidad?

No se puede enseñar tolerancia exhibiendo una conducta intolerante.

Las conquistas deben mantenerse a pesar de todo y a toda costa. Dentro de ese costo está incluída la repugnancia que llegamos a sentir cuando nos enteramos de la existencia de grupos como estos.

Tuesday, January 1, 2013

En el 2013

Una parte importante de la continuidad es el poder fijar nuestras metas y objetivos a largo plazo, no a corto plazo.

Lo cual no es una tarea fácil pues nos obliga a resistir y rechazar las distracciones del camino en miras de algo que no sabemos a ciencia cierta si existe o si lograremos algún día alcanzar.

Encontrar el balance perfecto sería la solución ideal a ese problema anterior. Disfrutar de las bonanzas del recorrido mientras se trabaja a largo plazo en la consecución de una meta deseada, parece ser la respuesta más apropiada.

En otras palabras, si nuestra meta final es disfrutar del sexo dentro de una relación estable (por poner un ejemplo cualquiera), una en la que los lazos afectivos y sentimentales predominen, no por eso debemos desaprovechar las oportunidades de disfrutar del mismo cuando las circunstancias nos son favorables.

Aunque sólo sea de manera transitoria, no definitiva.

El temor existe, sin embargo, de que por estar persiguiendo o atendiendo a urgencias inmediatas y temporales perdamos de vista nuestro objetivo principal, la meta mayor y de más largo plazo.

O peor, que alguien con potencial para ser una meta duradera nos descarte de manera definitiva por estar nosotros entretenidos en asuntos efímeros o de corta duración.

Lo cierto es que desde hace bastante tiempo, desde antes de llegar a los Estados Unidos para ser más precisos, he sabido que otros objetivos diferentes a los sentimentales y afectivos no vale la pena perseguir.

La vida es corta y una vez las necesidades elementales son resueltas todo lo demás es una distracción para alcanzar la felicidad, si es que existe acaso algo con un nombre así.

Ante la perspectiva de la muerte que se yergue incólume en cada recodo del trayecto por la vida y como recompensa final a todos nuestros esfuerzos, pocas cosas resisten un análisis profundo y real de lo que vale o merece la pena comprometerse.

Para mí lo material es secundario. Únicamente los sentimientos como algo que deja huella en la existencia es lo que cuenta y queda.

Por eso se hace tan difícil disfrutar de algo que de antemano uno sabe que no va a durar o que uno cree que es transitorio y temporal. ¡Vaya ironía porque de hecho, todo es temporal!

Talvez esté equivocado y lo pasajero puede convertirse en algo prolongado, duradero y firme.

No lo sé con certeza y son de las cosas que con prioridad me interesa explorar y trabajar más a fondo en el 2013.
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