La frase con la que se titula esta entrega de hoy no era el tema de lo que quería escribir originalmente.
No puedo, sin embargo, dejar pasar por alto el asunto en cuestión pues me acaban de invitar a firmar una petición para pedir la prohibición en Facebook de un grupo que se piensa formar allí con el nombre de "Fundación Rafael Leonidas Trujillo Molina" (no sé si ya está formado y tampoco me interesa).
Y yo no estoy de acuerdo con la petición. No estoy de acuerdo con que se quiera prohibir semejante cosa. Por más repulsivo que a mí personalmente me parezca, creo que es primordial el derecho que tienen las personas de expresarse libremente.
Hasta tanto estas personas no cometan ningún delito o no atenten contra algún derecho "legal" de los demás, no veo el porqué se les deba tratar de impedir su deseo.
Aglutinarse en torno a la memoria de quién fuera un líder sanguinario y opresor como lo fue el extinto dictador es parte de las libertades a que se hacen merecedoras esa gente, precisamente por haber desaparecido la era atroz de esa figura a la que pretenderían reivindicar.
Es un gusto que desapruebo, pero no son tan irracionales como podrían parecer, las razones por las que algunas personas decidirían crear una agrupación como tal.
No debemos olvidar que ayer al igual que hoy, mucha gente se benefició del status quo en aquel entonces. Los regímenes totalitarios no existen en el vacío.
La dictadura trujillista, igual que en esta época el régimen del PLD, se sostuvo con el apoyo de mucha gente que con su silencio se hizo partícipe y cómplice de todas las atrocidades que se produjeron durante ese horrendo, oscuro y largo período de nuestra historia.
Esas personas de alguna manera propiciaron el que la ocurrencia de las mismas se prolongara por tanto tiempo.
Igualito que ahora.
Pero independientemente de cúan ruín pueda parecer una agrupación, ni cuán espúreos puedan ser los motivos que existan detrás de su formación, no se le pueden quitar a quiénes están detrás de ella, los mismos derechos de cuya inexistencia en otros tiempos nos hemos quejado, derechos que personas como esas nos hubieran negado.
En tal caso, ¿en qué estaríamos? ¿Qué hemos aprendido? ¿Acaso no estaríamos haciendo lo mismo, no estaríamos reproduciendo lo que ellos hubieran hecho en una situación similar? ¿A qué le tenemos miedo, en realidad?
No se puede enseñar tolerancia exhibiendo una conducta intolerante.
Las conquistas deben mantenerse a pesar de todo y a toda costa. Dentro de ese costo está incluída la repugnancia que llegamos a sentir cuando nos enteramos de la existencia de grupos como estos.
1 comment:
En noches pasadas compartí, como parte de un grupo, con un trujillista. Lo supe porque prestó varios CD's y salieron unas canciones viejas de esas de alabanza al "Jefe". El personaje había llamado mi atención porque parecía retraído, muy callado. Después de oir los discos, mi mente se aclaró. El infeliz me dió pena.
Por igual creo que hay que dejarlos que se expresen, que saquen sus opiniones y formen sus grupos y sueñen con lo que quieran.
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