Me cuesta mucho trabajo disfrutar de algo a lo que no le veo futuro. Llámese esto un trabajo, una relación amistosa, una relación amorosa o cualquier otra cosa.
Mi expectativa inicial al entrar en cualquier actividad o empresa de cierta envergadura, es siempre que voy a durar mucho tiempo, aún si el asunto tiene corta duración o sólo sobrevive una noche o talvez un día. Busco y espero siempre que ese algo pueda ser duradero.
Si de antemano sé o descubro que hay escollos u obstáculos que se interponen para que esa relación a largo plazo -de lo que sea- no tenga muchas probabilidades de éxito, se marchita mi interés y se me hace muy difícil continuar.
La frustración que produce el encontrar ciertas barreras que parecen infranqueables, cosas que parecen imposibles de superar o solucionar me paralizan y con mucha frecuencia a la menor oportunidad busco la primera puerta que se abre para salir.
Se me hace muy cuesta arriba recorrer un camino que de antemano veo no me lleva a un destino deseado. Hago proyecciones, elaboro teorías con los datos y los elementos que tengo a mi disposición en esos momentos y si los resultados no van en la dirección que creo deben ir las cosas no le veo sentido a quedarme ahí varado. Prefiero seguir adelante pero en otra dirección.
Puedo disfrutar de una relación casual, donde uno se deja llevar por el momento y las circunstancias y dónde no hay ningún tipo de compromiso pero tengo que no haber pensado en ello, tengo que haberme abandonado a los sentidos exclusivamente, pues si me pongo a pensar, dejo de encontrarle placer pues veo todo como una pérdida de tiempo.
Por otro lado, el saber que algo va a terminar, que algo que me gusta va a acabar, me arruina el momento y hago como el general Argentino (no logro acordarme de si es una historia real o ficticia que leí o me contaron) que en medio de la batalla le traen un vaso de agua y prefiere tirarla pues si no hay agua para todos y si la sed los va a arrasar de todos modos, el quiere adelantarse a eso y en vez de esperar, en vez de dilatar la llegada del mal, el sale a su encuentro.
Hasta hace poco tiempo no me había puesto a cuestionar la validez de manejarse en base a premisas como las enunciadas anteriormente. Y de repente otras ideas han surgido dentro de mi cabeza.
¿Y qué tal si yo estuviera equivocado? En mi trabajo anterior yo sólo pensaba durar 3 meses y sin embargo por circunstancias que no vienen al caso señalar, me pasé más de 6 años. Y desde hace casi un año he vuelto a trabajar en el área de la cual me salí tiempo atrás, pues estando fuera descubrí que me produce más satisfacciones que las que he derivado de mi trabajo previo.
Talvez, si no le ponemos restricciones, debería ocurrir lo mismo en las otras esferas de la vida. Debería preocuparme menos por encontrar la situación ideal que no existe y vivir más la actual que sí existe y es la que está ahí en frente nuestro todos los días.
Nada es estático. Uno cambia, las personas cambian, las circunstancias cambian
¿Quién dice que lo que hoy no es ideal no puede evolucionar para serlo y viceversa?
La meta final-final no es agradable y todos la conocemos y llega de todos modos sin proponérnosla. No hay que salir a su encuentro. Por el contrario hay que tratar de demorarla lo más que se pueda.
Mientras ese final no deseado llega, lo más juicioso parece ser hacer que las cosas funcionen con lo que se tiene a mano. Sin buscar soluciones fáciles. Y sobretodo, sin preocuparnos tanto hacia donde nos llevará ese tren que llamamos vida.
Al final de cuentas, controlamos menos de lo que creemos podemos controlar. Es la conclusión a la que he podido llegar en estos últimos días. Y creo que llegaré a otras más.
1 comment:
Para algunas cosas la inteligencia o la imaginación lo jode todo. Un amigo ingeniero me decía que en su equipo de trabajo a él no le gusta tener gente que razone mucho, porque siempre le complicaban las decisiones y, desde su punto de vista, eso era fatal. Retardaba los trabajos, tenía que discutir los esquemas, etc.
Parece que para algunas cosas hay que vivir el día a día simplemente y cuando todo se vaya a joder que se joda.
El dicho dice que "nadie se muere en la víspera".
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