Todas las muertes duelen. Al menos eso creo yo. A alguna gente más que a otra, claro está. Y dependiendo de las circunstancias, unas se sienten con mayor intensidad que otras.
El suicidio es una de esas muertes que más impactan. Es como si fuera un accidente. Es algo inesperado que no da tiempo a reaccionar hasta que ya es muy tarde.
El dolor es más pronunciado si quién decide quitarse la vida es una persona joven, brillante: casi un genio. Además un activista social, alguien que se preocupa por el bien común, la libertad colectiva, el bienestar general de todos y que contribuye con acciones y hechos a hacer de este mundo uno mejor.
Si lo que llevó a esta persona a tomar esa decisión fue la persecución injusta, hasta cierto punto provocada por el ensañamiento del estado y del sistema judicial en contra de ella por un crimen que no provocó víctimas, entonces el sentimiento de dolor e impotencia es más profundo.
Estoy hablando de Aaron Swarts que a estas alturas todo el mundo debe saber quién es y quién se suicidó el pasado viernes 11 de Enero.
Gran parte del día de ayer y parte del de hoy me la he pasado leyendo sobre su vida y su obra, su legado y sobretodo las abrumadoras muestras de afecto, amor y cariño que no han dejado de manifestarse a través de todos los medios de comunicación.
Y me queda la duda, me queda la pregunta de si Aaron sabía que el iba a provocar todo eso, si el sabía que iba a ser extrañado tanto. Y de haberlo sabido, de haberlo sentido, si eso habría podido ser suficiente, si eso habría podido evitar que se suicidara.
Son interrogantes que me hago una y otra vez: ¿qué cosas puede hacer uno para prevenir el suicidio de alguien? ¿Cómo saber que se ha hecho todo lo que es posible antes de que sea demasiado tarde?
Es fácil lamentar lo que ya ha ocurrido... Llorar, afligirse, acusar el gobierno son todas cosas válidas que podemos hacer, pero ninguna de esas podrá devolver la vida a esta persona tan apreciada y tan querida.
¿Cuántos más como él (o quizás sea una ella) existen por ahí y de alguna manera nosotros tenemos en nuestras manos el poder de evitar que lleguen a tomar una solución tan extrema?
¿En realidad tenemos ese poder? Y si lo tenemos, ¿qué podemos hacer?
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