Es curioso como se nos van las ideas de la mente si no las escribimos inmediatamente. Esta mañana tenía el tema perfecto, la idea central sobre algo que me pareció interesante y era digno de dejarlo escrito por aquí pero por más que trato de recordar el ángulo como quería introducir el tema, no me ha sido posible hacer la recuperación exacta. Uno sabe, porque uno conoce esa sensación de que algo ya no es igual que antes porque no produce el mismo efecto y me doy cuenta que lo que siento ahora no tiene el mismo grado de emoción que como lo percibí antes.
Sé que se trataba del cuerpo, quería escribir sobre el cuerpo y de cómo este sigue sus propias reglas, reglas de las que no siempre somos conscientes y hasta cierto punto nos llegan a ser totalmente desconocidas, lo que llega a sorprendernos, porque vivimos en él y es lo más cercano que tenemos a nosotros mismos y a pesar de eso no lo conocemos realmente, lo cual es muy frustrante y a la vez un gran misterio. No siempre vamos en la misma dirección o tenemos los mismos objetivos o estamos alineados en lo que es más conveniente o razonable para avanzar en la vida.
Es como si estuviéramos conectados y desconectados al mismo tiempo. Lo cual nos lleva a filosofar y hacernos preguntas ontológicas sobre lo que define o significa el ser: ¿quiénes somos realmente?; ¿somos nuestro cuerpo o nuestra mente o una suma de ambos y cómo pueden existir estas dos entidades de manera conjunta e independiente al mismo tiempo?
Darse cuenta de esto abre una caja de sorpresas. Pone la vida en perspectiva. Queda claro que no somos dueños de nuestros cuerpos, más bien somos sus huéspedes y dependemos de ellos para hacer todas las cosas. Sin embargo, no nos queda muy claro cómo podemos ayudar al cuerpo a hacer su trabajo mejor y/o evitar que surjan situaciones que comprometan su eficacia o en último término su extinción, lo cual por extensión implica también la nuestra.
Todo se complica y es como un rompecabezas. Pienso que esa misma disyuntiva se nos presenta tarde o temprano a todos y es la que debe habérsele presentado a la Jueza de la suprema corte de Justicia de los Estados Unidos Ruth Bader Ginsburg. Ella quería vivir unos cuantos meses más para evitar crear los problemas políticos que su muerte acarrearía. Sin embargo, su cuerpo no dio más y sucumbió a los cánceres que la habían estado agobiando desde hacía ya bastantes años atrás. No pudo cumplir el objetivo de alargar su vida por un relativamente corto espacio de tiempo mayor. No hubo sincronía entre su cuerpo y lo que la hacía ser "ella misma", su ser.
Las implicaciones a las que nos lleva este análisis son múltiples. A manera de ilustración se me ocurre pensar en la comida: ¿debería comer lo que me resulta más placentero o lo que creo que mi cuerpo va a aprovechar mejor para darme mucha energía y resistencia? O puesto de otra manera: ¿qué no debería comer y beber para no dañar el cuerpo o afectarlo (y por ende afectarme) en su rendimiento? ¿Quién debería controlar si debo dormir muchas horas o pocas horas para que todo funcione de manera perfecta? ¿Quién controla o debería controlar a quién?
¿Y cómo me doy cuenta?
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