Por una noche nos olvidamos de quién es cada cual como diría el cantor. Por una noche podemos dejar atrás nuestras tristezas e imperfecciones. Por unas cuantas horas podemos dejar a un lado nuestros dramas particulares y nuestras insatisfacciones con la realidad y con la vida.
De alguna manera, al estar juntos, la suma de los parciales nos completa y nos hacen sentir parte de una colectividad más grande. No nos sentimos seres fragmentados. Al unir las partes somos un todo. Eso es la Nochebuena o Thanksgiving o el año nuevo para los que tienen suerte y se dejan arrastrar por el ritual y la fuerza de la tradición.
No está mal! Eso es la felicidad aunque el efecto sea efímero. El encantamiento es parecido al del cuento aquel. Dura hasta la medianoche, talvez algo más. Unas cuantas horas más, pero no más! ...
Aquí se intercambian ideas. La administración se esfuerza en garantizar a todos los mismos derechos y privilegios.
Tuesday, December 25, 2012
Friday, December 14, 2012
No podemos negar el futuro
Hay problemas técnicos si queremos eliminar el futuro así por así. Porque hasta ahora ese es el lugar dónde se resuelven las insatisfacciones del hoy en día. La existencia del futuro es lo que nos permite atacar todo aquello que nos agobia en el diario vivir y que nos da fuerzas para luchar y seguir hacia adelante.
Por eso no podemos negarlo así, sin más. Si lo eliminamos de golpe y porrazo, a dónde se irían todas las esperanzas, todos los sueños y todas esas expectativas de una vida mejor que son las que nos hacen la vida llevadera y alimentan nuestros desvelos y esfuerzos cotidianos.
El futuro puede ser un constructo, un lugar en nuestra mente. Talvez no exista como entidad pero es necesario para nuestra supervivencia.
Sin él nuestra vida deja de tener sentido y se vuelve vacía y miserable. Talvez sea esa la "fe" que hay que tener y sea parecida a aquella de la que hablan los creyentes. Esa creencia de que todo va a ser mejor y por eso nos movemos. Porque si creyéramos que todo va a ser peor entonces no nos queda de otra que tirar la toalla.
Y viene la pregunta entonces de qué sería el presente. El presente no es más que la conjugación de todos los futuros anteriores que ya hemos vivido y que forman parte de nuestra experiencia y a la vez son parte de nuestro pasado.
Muy interesante el que tanto el pasado como el futuro tienen como hilo conductor el presente. Ninguno existe en su ausencia.
Por eso no podemos negarlo así, sin más. Si lo eliminamos de golpe y porrazo, a dónde se irían todas las esperanzas, todos los sueños y todas esas expectativas de una vida mejor que son las que nos hacen la vida llevadera y alimentan nuestros desvelos y esfuerzos cotidianos.
El futuro puede ser un constructo, un lugar en nuestra mente. Talvez no exista como entidad pero es necesario para nuestra supervivencia.
Sin él nuestra vida deja de tener sentido y se vuelve vacía y miserable. Talvez sea esa la "fe" que hay que tener y sea parecida a aquella de la que hablan los creyentes. Esa creencia de que todo va a ser mejor y por eso nos movemos. Porque si creyéramos que todo va a ser peor entonces no nos queda de otra que tirar la toalla.
Y viene la pregunta entonces de qué sería el presente. El presente no es más que la conjugación de todos los futuros anteriores que ya hemos vivido y que forman parte de nuestra experiencia y a la vez son parte de nuestro pasado.
Muy interesante el que tanto el pasado como el futuro tienen como hilo conductor el presente. Ninguno existe en su ausencia.
Thursday, December 13, 2012
El futuro es el presente ... postergado!
Qué el futuro no existe se ha convertido casi como un clichet. Lo único aceptado como existente y real lo sería el presente. Lo cual es verdadero y falso al mismo tiempo. Si el futuro no existiese, el presente sería eterno y las cosas no cambiarían y como ya sabemos las cosas sí cambian. Tampoco haríamos nada para alterar nuestro estado actual.
Creo que de alguna manera el futuro es una especie de presente postergado que se construye en base a otros presentes y que es a la vez diferente de lo que vivimos y disfrutamos ahora, para así diferenciarlo en relación con esos otros tiempos que vislumbramos y que se experimentarían de manera distinta de como lo experimentamos ahora.
Además, parece ser que en el presente nunca estamos totalmente conformes.
Y por eso nos sacrificamos en cambiarlo. Por eso hacemos cosas ahora que nos resultan pesadas y odiosas con tal de que en otro ahora, en otro presente más lejano en el tiempo las cosas sean mejor que lo que lo son hoy y ahora. Al menos eso creemos. Esa es nuestra esperanza y eso nos mueve.
La paradoja es que todo ese sacrificio y todo ese esfuerzo que hacemos no siempre produce resultados tan satisfactorios como los que esperábamos. Porque al momento de evaluar esos resultados ya no somos los mismos, hemos cambiado.
Y aún así no nos queda de otra que seguir alterando nuestro presente en miras de un presente futuro que sentará las bases para más de lo mismo.
Hasta que nos damos cuenta que todo es parte de un juego en el que nunca ganaremos ... Los mejores tiempos los hemos dejado atrás y los seguiremos dejando ... Todo es parte de un gran esquema para decepcionarnos.
Creo que de alguna manera el futuro es una especie de presente postergado que se construye en base a otros presentes y que es a la vez diferente de lo que vivimos y disfrutamos ahora, para así diferenciarlo en relación con esos otros tiempos que vislumbramos y que se experimentarían de manera distinta de como lo experimentamos ahora.
Además, parece ser que en el presente nunca estamos totalmente conformes.
Y por eso nos sacrificamos en cambiarlo. Por eso hacemos cosas ahora que nos resultan pesadas y odiosas con tal de que en otro ahora, en otro presente más lejano en el tiempo las cosas sean mejor que lo que lo son hoy y ahora. Al menos eso creemos. Esa es nuestra esperanza y eso nos mueve.
La paradoja es que todo ese sacrificio y todo ese esfuerzo que hacemos no siempre produce resultados tan satisfactorios como los que esperábamos. Porque al momento de evaluar esos resultados ya no somos los mismos, hemos cambiado.
Y aún así no nos queda de otra que seguir alterando nuestro presente en miras de un presente futuro que sentará las bases para más de lo mismo.
Hasta que nos damos cuenta que todo es parte de un juego en el que nunca ganaremos ... Los mejores tiempos los hemos dejado atrás y los seguiremos dejando ... Todo es parte de un gran esquema para decepcionarnos.
Desencanto
A veces las personas no sabemos con claridad qué es lo que queremos pero sí sabemos con certeza lo que no queremos. Es un tema de conversación recurrente en El Café.
Ocurre con las comidas, con las bebidas y también con la gente. Pruebas un plato y no tienes que saborearlo mucho para darte cuenta si no te gusta, de que no es lo que quieres. Te tomas un vaso de cerveza, por poner un ejemplo y de inmediato sabes si es lo que andas buscando. En caso de que no sea así, de inmediato lo pones a un lado.
De igual manera pueden existir cosas en el trato con las personas que producen mucho desencanto. A la más mínima exposición con ellas sabes que no vas a poder tolerarlas por mucho tiempo. Qué si sigues no podrás tener una paz duradera.
Como cuando la gente no entiende que estás indispuesto, no es tu mejor día y esa gente insiste que sí debes hacer tal cosa porque ellas sí la harían, independientemente de que hayas dejado claro que no tienes el deseo, te sientes mal o no es lo que quieres hacer.
Pero bueno, ¿y seremos locos? ¿Y quién se cree fulano o fulana de tal para decidir por mí lo que quiero o no quiero hacer?
Lo que hace sentir bien (o cómodo) a alguien no necesariamente tiene que hacerme sentir bien a mí (y viceversa).
En detallitos así es que la gente se pierde. Querer imponer nuestros gustos o querer que los demás sientan lo que nosotros sentimos es un grave error.
¿Porqué no podemos respetar el deseo de los demás cuando ese deseo es un derecho elemental que les asiste?
Es tan elemental ese derecho y de tanto sentido común que cuando uno ve a alguien queriendo transgredirlo uno se da cuenta que no vale la pena continuar, no vale la pena hacer nada. Es mejor dejar las cosas ahí donde estaban ... ¡Todo lo demás sale sobrando!
Ocurre con las comidas, con las bebidas y también con la gente. Pruebas un plato y no tienes que saborearlo mucho para darte cuenta si no te gusta, de que no es lo que quieres. Te tomas un vaso de cerveza, por poner un ejemplo y de inmediato sabes si es lo que andas buscando. En caso de que no sea así, de inmediato lo pones a un lado.
De igual manera pueden existir cosas en el trato con las personas que producen mucho desencanto. A la más mínima exposición con ellas sabes que no vas a poder tolerarlas por mucho tiempo. Qué si sigues no podrás tener una paz duradera.
Como cuando la gente no entiende que estás indispuesto, no es tu mejor día y esa gente insiste que sí debes hacer tal cosa porque ellas sí la harían, independientemente de que hayas dejado claro que no tienes el deseo, te sientes mal o no es lo que quieres hacer.
Pero bueno, ¿y seremos locos? ¿Y quién se cree fulano o fulana de tal para decidir por mí lo que quiero o no quiero hacer?
Lo que hace sentir bien (o cómodo) a alguien no necesariamente tiene que hacerme sentir bien a mí (y viceversa).
En detallitos así es que la gente se pierde. Querer imponer nuestros gustos o querer que los demás sientan lo que nosotros sentimos es un grave error.
¿Porqué no podemos respetar el deseo de los demás cuando ese deseo es un derecho elemental que les asiste?
Es tan elemental ese derecho y de tanto sentido común que cuando uno ve a alguien queriendo transgredirlo uno se da cuenta que no vale la pena continuar, no vale la pena hacer nada. Es mejor dejar las cosas ahí donde estaban ... ¡Todo lo demás sale sobrando!
Sunday, December 2, 2012
¡Líbrame Señor!
¡Qué el glamour se va con los años, lo sabemos todos bastante bien, pero no todo el mundo está dispuesto a aceptarlo con la misma resignación!. Y se entiende, pues no hay nada glamoroso en envejecer. Es el destino al que sin excepción vamos si no morimos antes a causa de una enfermedad incurable o a consecuencia de un accidente.
No importa la clase social a la que pertenezcamos, el color de la piel, el sexo, la raza o el lugar de origen, a todos nos pasará lo mismo.
Es un hecho, sin embargo, que algunas personas envejecen con más gracia que otras. Esas se ajustan mejor tanto física como emocionalmente a esta ley de la vida.
No precisamente es el caso de este señor de 60 años (según su propia confesión) que se nos unió en la conversación que sosteníamos el otro día en la barra de Manolo Tapas. Fue uno de esos Viernes sociales a los que yo acudo regularmente a entretenerme en ese lugar. La persona con la que el señor compartía parece que se había marchado ya.
Muy agradable, muy educado y muy atento el Míster y trabaja, según nos confió, en la parte administrativa del Departamento de Educación de la ciudad de NY. Es divorciado, vive solo y sus hijos ya son mayores de edad.
Todo iba muy bien hasta que se sentaron dos chicas a su derecha. Ellas, probablemente menos de 30 años y si no, escasamente por encima y no se veían para nada mal.
Inmediatamente las muchachas llegaron, ese hombre cambió, el tipo se transformó. Hizo un giro de 180 grados y en vez de darle la cara al grupo, nos dio la espalda y le hizo frente a las chicas de una manera tal que no podía quitarles la vista de encima.
Nos desentendimos de él y unos minutos más tarde, un vaso se desparramó en el mostrador por culpa de una de las señoritas recién llegadas y me pregunto si no sería que se puso nerviosa de tener al tipo al lado con los ojos fijos en ellas tratando sin el menor disimulo de llamar su atención.
Hasta yo salí salpicado de la bebida que contenía el vaso y aunque no duré mucho tiempo ahí después del incidente me quedé pensando en cómo alguien puede perder la cabeza de esa manera, sobretodo porque era visible que ellas no estaban interesadas en hablar con él, algo que parece, el no percibía.
La verdad es que me dio mucha pena observar eso y si fuera creyente le pediría a Dios (así dice mi mamá) que me librara de que con los años yo pudiera caer en tal grado de locura, pues tenía algo de enfermizo la manera como ese señor se volvió loco mirando y tratando de abordar a las jovencitas.
No importa la clase social a la que pertenezcamos, el color de la piel, el sexo, la raza o el lugar de origen, a todos nos pasará lo mismo.
Es un hecho, sin embargo, que algunas personas envejecen con más gracia que otras. Esas se ajustan mejor tanto física como emocionalmente a esta ley de la vida.
No precisamente es el caso de este señor de 60 años (según su propia confesión) que se nos unió en la conversación que sosteníamos el otro día en la barra de Manolo Tapas. Fue uno de esos Viernes sociales a los que yo acudo regularmente a entretenerme en ese lugar. La persona con la que el señor compartía parece que se había marchado ya.
Muy agradable, muy educado y muy atento el Míster y trabaja, según nos confió, en la parte administrativa del Departamento de Educación de la ciudad de NY. Es divorciado, vive solo y sus hijos ya son mayores de edad.
Todo iba muy bien hasta que se sentaron dos chicas a su derecha. Ellas, probablemente menos de 30 años y si no, escasamente por encima y no se veían para nada mal.
Inmediatamente las muchachas llegaron, ese hombre cambió, el tipo se transformó. Hizo un giro de 180 grados y en vez de darle la cara al grupo, nos dio la espalda y le hizo frente a las chicas de una manera tal que no podía quitarles la vista de encima.
Nos desentendimos de él y unos minutos más tarde, un vaso se desparramó en el mostrador por culpa de una de las señoritas recién llegadas y me pregunto si no sería que se puso nerviosa de tener al tipo al lado con los ojos fijos en ellas tratando sin el menor disimulo de llamar su atención.
Hasta yo salí salpicado de la bebida que contenía el vaso y aunque no duré mucho tiempo ahí después del incidente me quedé pensando en cómo alguien puede perder la cabeza de esa manera, sobretodo porque era visible que ellas no estaban interesadas en hablar con él, algo que parece, el no percibía.
La verdad es que me dio mucha pena observar eso y si fuera creyente le pediría a Dios (así dice mi mamá) que me librara de que con los años yo pudiera caer en tal grado de locura, pues tenía algo de enfermizo la manera como ese señor se volvió loco mirando y tratando de abordar a las jovencitas.
Tuesday, November 27, 2012
Y tu qué harías?
Yleana, la vecina del tercer piso, no pudo haberlo dicho mejor el otro día, al expresar la dificultad con la que se enfrentan los amigos de sexos opuestos que se gustan (o al menos uno de ellos tiene sentimientos por el otro y también puede ser aplicable a amigos y amigas del mismo sexo en caso de que por lo menos uno esté interesado más allá de la amistad en el otro u otra).
Ella me decía que todo es muy confuso y ambiguo. Los gestos de afecto y cariño entre amigos pueden tener más de una forma de interpretación. No necesariamente es una muestra de interés físico, la cercanía y las expresiones de ternura y afección. Pero sí podrían serlo. Sin embargo el temor a equivocarse o el miedo de cometer un error imperdonable que pudiera dar al traste con la relación parecería ser el deterrente principal que impide el que se avance en alguna dirección.
Nadie se atreve a dar un paso en falso o moverse hacia un espacio comprometedor. La retirada tampoco parece ser una opción deseable y viable en situaciones de este tipo. Jugársela el todo por el todo es muy riesgoso. Puedes ganar pero también puedes perderlo todo en un abrir y cerrar de ojos, si tus intereses no son correspondidos o compartidos.
Toda esa iluminación provino a consecuencia de haberse tomado unos cuantos tragos de ron mezclados con no recuerdo qué y mientras nos dedicábamos a la dichosa tarea de diseñar los preparativos de una fiesta en mi apartamento.
Hace dos meses de eso, sin embargo, y todavía estoy esperando el día y la hora en que la grandiosa fiesta se va a celebrar.
Ella me decía que todo es muy confuso y ambiguo. Los gestos de afecto y cariño entre amigos pueden tener más de una forma de interpretación. No necesariamente es una muestra de interés físico, la cercanía y las expresiones de ternura y afección. Pero sí podrían serlo. Sin embargo el temor a equivocarse o el miedo de cometer un error imperdonable que pudiera dar al traste con la relación parecería ser el deterrente principal que impide el que se avance en alguna dirección.
Nadie se atreve a dar un paso en falso o moverse hacia un espacio comprometedor. La retirada tampoco parece ser una opción deseable y viable en situaciones de este tipo. Jugársela el todo por el todo es muy riesgoso. Puedes ganar pero también puedes perderlo todo en un abrir y cerrar de ojos, si tus intereses no son correspondidos o compartidos.
Toda esa iluminación provino a consecuencia de haberse tomado unos cuantos tragos de ron mezclados con no recuerdo qué y mientras nos dedicábamos a la dichosa tarea de diseñar los preparativos de una fiesta en mi apartamento.
Hace dos meses de eso, sin embargo, y todavía estoy esperando el día y la hora en que la grandiosa fiesta se va a celebrar.
Monday, November 26, 2012
Mi Caricatura
No hay mejor manera de conocer a una persona o en su defecto, a sí mismo, que a través de la acentuación de sus rasgos salientes, esos que la caracterizan y la definen como la que se puede lograr a través de una caricatura.
Es irónico que esos rasgos no sean tan apreciables en una perfecta copia como lo sería quizás en una fotografía. Precisamente es la deformación la que contribuye a resaltar eso que estando ahí no era tan apreciable para mucha gente, incluída la persona poseedora de dichos atributos.
Se me ha criticado más de una vez el que yo me río mucho al hablar, muchas veces, sin esperar terminar una idea y más aún cuando la risa es inapropiada o no se corresponde con la seriedad del tema de la conversación que se lleva entre manos.
La semana pasada me encontré un caso extremo de alguien que se ríe superlativamente más que yo y peor aún, lo que me estaba contando era una historia más bien triste, deprimente y la risa dadas las circunstancias me pareció un tanto macabra. Escuchar a esta muchacha producía una sensación algo dolorosa.
En un momento de la conversación hasta pensé pararla y decirle que lo que me contaba no era para reírse, pero me contuve. He preferido dejar eso para cuando tenga más confianza con ella o para hacerlo en una próxima ocasión, si es que por casualidad hay una nueva ocasión. Uno nunca sabe.
Para mí fue como mirarme no en mi propio espejo sino en uno de esos cóncavos y convexos que producen la mayor de las deformaciones dependiendo del ángulo en el que uno se mire.
He encontrado una caricatura de mi mismo y si antes no le presté suficiente atención a lo que me habían dicho, ahora sí, pues he quedado bastante espantado de la imagen que me ha devuelto el espejo.
Es irónico que esos rasgos no sean tan apreciables en una perfecta copia como lo sería quizás en una fotografía. Precisamente es la deformación la que contribuye a resaltar eso que estando ahí no era tan apreciable para mucha gente, incluída la persona poseedora de dichos atributos.
Se me ha criticado más de una vez el que yo me río mucho al hablar, muchas veces, sin esperar terminar una idea y más aún cuando la risa es inapropiada o no se corresponde con la seriedad del tema de la conversación que se lleva entre manos.
La semana pasada me encontré un caso extremo de alguien que se ríe superlativamente más que yo y peor aún, lo que me estaba contando era una historia más bien triste, deprimente y la risa dadas las circunstancias me pareció un tanto macabra. Escuchar a esta muchacha producía una sensación algo dolorosa.
En un momento de la conversación hasta pensé pararla y decirle que lo que me contaba no era para reírse, pero me contuve. He preferido dejar eso para cuando tenga más confianza con ella o para hacerlo en una próxima ocasión, si es que por casualidad hay una nueva ocasión. Uno nunca sabe.
Para mí fue como mirarme no en mi propio espejo sino en uno de esos cóncavos y convexos que producen la mayor de las deformaciones dependiendo del ángulo en el que uno se mire.
He encontrado una caricatura de mi mismo y si antes no le presté suficiente atención a lo que me habían dicho, ahora sí, pues he quedado bastante espantado de la imagen que me ha devuelto el espejo.
Thursday, November 22, 2012
Aguafiestas
El otro día estábamos en una actividad-fiesta-celebración que organizó la compañía en la que yo trabajo. Se desarrolló en Queens en un centro de entretenimiento grandísimo que tiene de todo: bar, toro mecánico, mesas de ping pong, billar y otras amenidades.
La estábamos pasando divino y un grupo nos fuímos a las mesas de billar. Mi amiga JB dijo que no sabía jugar y me ofrecí a enseñarle. No que yo sepa mucho de eso pero le sé poner la mano a un taco y de vez en cuando meto una bola de suerte. Conozco la mécanica, la física del juego (redundante), la teoría si se quiere, pero me falta la práctica.
Todo iba muy bien. JB aprende rápido y para ponerse más cómoda ella, de repente, se quitó el jacket con el que andaba. Esa acción puso inmediatamente en alerta a uno de mis compañeros que estaba jugando en la mesa de al lado, quién, no pudiendo evitar ocultar su admiración por lo bien dotada que lucía mi compañera de juego, hasta se ofreció a ayudarla a mejorar el tiro.
Ese fue el momento preciso en que entró VL, otra compañera de trabajo que se alarmó al ver la escena, le daría envidia lo que estaba pasando, todos esos ojos clavados en los "activos" de JB. Inmediatamente vociferó algo como WOW y se acercó a la mesa para alertarle en voz baja y al oído lo que estaba provocando.
¡Qué aguafiestas la tipa esta! Es lo que en inglés se llama una "cockblocker".
No obstante, mi amiga no le hizo ningún caso y siguió jugando como si nada hubiera estado ocurriendo. Qué yo sepa, ella no hizo nada para evitar que la siguiéramos mirando ni tampoco nos prestó la más mínima atención para ver si la estábamos observando.
La vi de nuevo recientemente y creo que vamos a volver a jugar pool uno de estos días ...
La estábamos pasando divino y un grupo nos fuímos a las mesas de billar. Mi amiga JB dijo que no sabía jugar y me ofrecí a enseñarle. No que yo sepa mucho de eso pero le sé poner la mano a un taco y de vez en cuando meto una bola de suerte. Conozco la mécanica, la física del juego (redundante), la teoría si se quiere, pero me falta la práctica.
Todo iba muy bien. JB aprende rápido y para ponerse más cómoda ella, de repente, se quitó el jacket con el que andaba. Esa acción puso inmediatamente en alerta a uno de mis compañeros que estaba jugando en la mesa de al lado, quién, no pudiendo evitar ocultar su admiración por lo bien dotada que lucía mi compañera de juego, hasta se ofreció a ayudarla a mejorar el tiro.
Ese fue el momento preciso en que entró VL, otra compañera de trabajo que se alarmó al ver la escena, le daría envidia lo que estaba pasando, todos esos ojos clavados en los "activos" de JB. Inmediatamente vociferó algo como WOW y se acercó a la mesa para alertarle en voz baja y al oído lo que estaba provocando.
¡Qué aguafiestas la tipa esta! Es lo que en inglés se llama una "cockblocker".
No obstante, mi amiga no le hizo ningún caso y siguió jugando como si nada hubiera estado ocurriendo. Qué yo sepa, ella no hizo nada para evitar que la siguiéramos mirando ni tampoco nos prestó la más mínima atención para ver si la estábamos observando.
La vi de nuevo recientemente y creo que vamos a volver a jugar pool uno de estos días ...
Monday, November 19, 2012
Soy libre, no tengo TV por Cable
Finalmente, después de meses y meses de pensarlo y re-pensarlo, tomé la decisión de suspender el servicio de TV por cable en mi casa. Hoy hace ya cuatro días que estoy sin ese servicio. Todavía no he tenido tiempo de sopesar lo tanto que me ha hecho falta o no. Por lo pronto es como quitarme un peso de encima.
Porque la verdad es que no veo casi televisión. A pesar de eso, tomar la decisión no fue nada fácil. Uno se acostumbra a saber que está ahí, que la tiene en caso de necesidad aunque ella pase más tiempo apagada que prendida.
A veces se paga más por la disponibilidad del servicio que por el uso que se le da. Para en el caso de que de repente a uno le entre el deseo de ver algo, la enciende, más por el hábito y la costumbre que por el mismo deseo de obtener información y entretenimiento.
¿Acaso la TV sirve para algo más?
Hasta ahora he podido satisfacer esas necesidades de otras maneras. Y parece que ha sido así desde hace bastante tiempo. Ya era tiempo, entonces, de que me hubiera dado cuenta o de que hubiera hecho algo al respecto. Era como botar dinero a la basura y el dinero no se debe botar a la basura, así por así.
Ni aunque fuéramos ricos y no lo somos sino todo lo contrario: somos muy pobres!
Porque la verdad es que no veo casi televisión. A pesar de eso, tomar la decisión no fue nada fácil. Uno se acostumbra a saber que está ahí, que la tiene en caso de necesidad aunque ella pase más tiempo apagada que prendida.
A veces se paga más por la disponibilidad del servicio que por el uso que se le da. Para en el caso de que de repente a uno le entre el deseo de ver algo, la enciende, más por el hábito y la costumbre que por el mismo deseo de obtener información y entretenimiento.
¿Acaso la TV sirve para algo más?
Hasta ahora he podido satisfacer esas necesidades de otras maneras. Y parece que ha sido así desde hace bastante tiempo. Ya era tiempo, entonces, de que me hubiera dado cuenta o de que hubiera hecho algo al respecto. Era como botar dinero a la basura y el dinero no se debe botar a la basura, así por así.
Ni aunque fuéramos ricos y no lo somos sino todo lo contrario: somos muy pobres!
Sunday, November 18, 2012
Apoyo la resistencia al "Paquetazo" Dominicano
Una acción, no una imagen, vale más que mil palabras. Ya lo decía José Martí que "la mejor forma de decir es hacer". Por eso ayer me uní al grupo que se decidió a protestar "El paquetazo" frente al consulado Dominicano en Nueva York desde las 9:00AM hasta la 1:00 PM.
Llegué alrededor de las 11:30 AM y permanecí como una hora, pues tenía otros compromisos de por medio. En lo que estuve ahí me alegré por el orden, la espontaneidad, las consignas que se lanzaron y el entusiasmo de un público de todas las edades pero en especial por el componente joven y muy joven que no le tuvo miedo al frío y se hizo presente y se manifestó decididamente en contra de las medidas impositivas e impopulares que afectan sobretodo a la clase media y los más pobres en la República Dominicana.
Debo resaltar la alegría que me dio encontrarme con Sonia Tejada y Sara Pérez protestando. Ellas, dejando de lado sus obligaciones particulares, se sumaron a esta demostración de respaldo a los sectores que rechazan el aumento significativo de la carga impositiva de los dominicanos, mientras sus líderes viven una vida de lujo y despilfarro, irrespetando los derechos humanos y haciendo leyes que sólo los benefician a ellos mismos.
De igual significación, vale destacar el hecho de que tanto en Estados Unidos como en otras partes del mundo y en especial en la República Dominicana, las dominicanos están despertando de lo que parece haber sido un sueño o una anestesia que le hubiesen administrado.
Su descontento no busca ser canalizado a través de los partidos políticos tradicionales, sino a través de protestas como estas, espontáneas, utilizando los medios sociales y sin que haya dinero de por medio para participar en ellas.
Sólo el bien común, la lucha en contra de las injusticias y la búsqueda del bienestar colectivo es lo que parece ser la motivación que los une a todos que como en el resto del mundo ejercen su derecho a quejarse de las cosas que los afectan y que están mal en la sociedad.
Llegué alrededor de las 11:30 AM y permanecí como una hora, pues tenía otros compromisos de por medio. En lo que estuve ahí me alegré por el orden, la espontaneidad, las consignas que se lanzaron y el entusiasmo de un público de todas las edades pero en especial por el componente joven y muy joven que no le tuvo miedo al frío y se hizo presente y se manifestó decididamente en contra de las medidas impositivas e impopulares que afectan sobretodo a la clase media y los más pobres en la República Dominicana.
Debo resaltar la alegría que me dio encontrarme con Sonia Tejada y Sara Pérez protestando. Ellas, dejando de lado sus obligaciones particulares, se sumaron a esta demostración de respaldo a los sectores que rechazan el aumento significativo de la carga impositiva de los dominicanos, mientras sus líderes viven una vida de lujo y despilfarro, irrespetando los derechos humanos y haciendo leyes que sólo los benefician a ellos mismos.
De igual significación, vale destacar el hecho de que tanto en Estados Unidos como en otras partes del mundo y en especial en la República Dominicana, las dominicanos están despertando de lo que parece haber sido un sueño o una anestesia que le hubiesen administrado.
Su descontento no busca ser canalizado a través de los partidos políticos tradicionales, sino a través de protestas como estas, espontáneas, utilizando los medios sociales y sin que haya dinero de por medio para participar en ellas.
Sólo el bien común, la lucha en contra de las injusticias y la búsqueda del bienestar colectivo es lo que parece ser la motivación que los une a todos que como en el resto del mundo ejercen su derecho a quejarse de las cosas que los afectan y que están mal en la sociedad.
Sunday, November 11, 2012
Tarde de perros
Una tarde de pesadilla de la que no me quiero acordar, fue la que pasé el Sábado siguiente al paso de Sandy, el huracán-tormenta que descarriló el tren de vida de los newyorkinos y acabó por descarrilarme a mí cuando por tratar de conseguir gasolina me quedé sin gasolina en medio de una autopista de New Jersey.
Como oyen: mi odisea comenzó alrededor de la una y media de la tarde cuando decidido a hacer algo para conseguir el carburante, salí para la calle. Primero fui al banco pues estaba seguro de que iba a necesitar cash pues a nadie le venderían con tarjetas de débito ni crédito. En el camino alcancé a ver una fila enorme que daba vueltas a una manzana y cruzaba varias calles.
Me apresuré, conseguí el dinero y di la vuelta rápidamente y me puse en la cola e igual que yo, así hizo mucha gente detrás de mí para después de 2 horas venir la policía con altoparlantes a decirnos que teníamos que movernos de ahí porque no había gasolina en esa estación que debía suplirnos del combustible.
Ellos, los policías, nos indicaron hacia donde debíamos dirigirnos y yo me decidí por la bomba de la 181 St y Amsterdam en dónde con asombro nos dimos cuenta que la fila llegaba hasta más allá de la 190 St. No nos quedaba de otra y yo al igual que otros nos dispusimos a seguir el orden. Al rato y cuando habíamos avanzado algunos metros, llegó un taxista que nos dijo que él había llenado en New Jersey por Palisades y que eso no estaba lejos y que sólo nos tomaría unos 15 minutos llegar ahí.
A mí y a otros dos, nos pareció tentadora esa opción y como ya sabía donde quedaba Palisades y ante la perspectiva de pasarme 3 horas sin saber si conseguiría llegar a tiempo antes de que la gasolina acabara, pues decidí arriesgarme al igual que los dos que me siguieron.
Pero no contábamos con que al cruzar el puente George Washington Bridge la primera salida que era la de Palisades iba a estar cerrada (por la policía) y tuvimos que tomar otra salida que nos llevaba paralelo a la Palisades pero sin poder abordarla hasta que recorrimos un buen trecho. Podíamos ver la fila de vehículos abasteciéndose de combustible del otro lado. Cuando se presentó finalmente la opción debimos decidir si coger hacia el Norte o el Sur y uno del grupo señaló hacia el Norte y sin pensarlo mucho así hicimos cuando en realidad debimos haber cogido hacia el Sur.
¡Craso error! Así, en vez de acercarnos a la estación, nos fuímos alejando sin poder volver hacia atrás hasta que cansado de correr y temiendo lo peor pude dar la vuelta (¿un giro ilegal?) utilizando una pequeña entrada que se abríó en medio de la isleta que divide la autopista. Así comencé a retroceder junto a otro del grupo que hizo lo mismo que yo, pero no por mucho tiempo. El carro comenzó a fallar y no me quedó más remedio que coger la derecha de la pista para tomar el paseo o el carril de servicio y detenerme lo más pegado de la orilla de la vía.
La otra persona se detuvo y conversamos rápidamente, revisamos las opciones, pero me di cuenta que no podía hacer nada y le dije que se fuera, que trataría de ver cómo me las arreglaba. Con mucha pena que se le reflejó en el rostro, el tipo se fue y yo inmediatamente me puse a pensar lo qué podía hacer.
¡Qué sensación más incómoda esa, la de sentirse indefenso, impotente, sin un curso claro de acción y en medio de no se sabe dónde con todos esos vehículos pasándote por el lado a gran velocidad!
¿A quién acudir? ¿A quién pedir ayuda? Generalmente he estado del lado de quién ofrece la ayuda no de quién la recibe y para mí ese era un terreno un tanto desconocido.
No obstante en pocos minutos me di cuenta de que sólo mi hermana más pequeña, que es una de las personas con quién me siento más cómodo abriéndome y contándole mis cosas era la que me podía ayudar pues ella tenía el tanque de su vehículo lleno y si estaba libre vendría inmediatamente en mi auxilio... Así lo hice y de inmediato ella pensó cancelar la visita que le hacía a una amiga que acababa de dar a luz en el hospital pero le dije que ya que estaba ahí que fuera a verla porque yo no iba para ninguna parte y que podía esperar.
No contaba con lo desesperante que es esperar. Ni con que se estaba poniendo bastante frío y sólo podía acurrucarme dentro del carro para conservar calor. Logísticamente no era tan fácil para mi hermana conseguir un envase con gasolina (eso no es tan común ni necesario), un embudo para echarla y sería una proeza conseguir la dichosa gasolina ya fuera vendida o prestada.
Es en momentos así que descubres lo vulnerable que eres y te imaginas las muchas otras cosas que pudiste haber hecho para no haber caído ahí... Y así llegó la noche y como no tienes nada que hacer te recuestas del lado del asiento del pasajero hasta que de repente percibes las luces azules y rojas detrás de ti y que te señalan la presencia de un carro policial de los que patrullan las autopistas.
Pocas veces he podido alegrarme tanto de ver a un policía. Por fin había algo que podía hacerse que no era mucho tampoco. Llamar a una grúa que me acercaría a un punto con mejor accesibilidad para hacer mi rescate posterior un poco más fácil. Porque no me podía quedar ahí dónde estaba, en campo abierto, en medio de la nada.
Se hicieron los arreglos de lugar ..., lo que me costó bien caro. Ya en el destino final me acomodé como pude y con muchísimo esfuerzo traté de calmarme y relajarme pues era la mejor alternativa que tenía a mi alcance. ¿Qué otra cosa podía hacer?
Y parece que funcionó porque en la espera creo que perdí la noción del tiempo transcurrido y hasta me sorprendí cuando sonó el teléfono avisándome mi hermana que había llegado luego que finalmente y haciendo muchísimos malabares logró conseguir que le regalaran 2 galones de gasolina.
Tuesday, October 30, 2012
El dolor ajeno redime
Uno puede tratar de vivir su vida de la mejor manera posible, tratando de hacer el menor roce con las crueldades de la realidad, buscando siempre maximizar el placer y reducir al mínimo el dolor y el sufrimiento. Se puede construir una vida así y hacerlo constituye una opción tan válida como cualquier otra si ello no te da mayores problemas.
Pero sí te puede causar problemas. Porque tarde o temprano la realidad te alcanza y vas a darte cuenta de que tu vida es finita, de que no puedes escabullirte tan fácil del dolor personal, del dolor ajeno o el sufrimiento colectivo. A ese modo de vida, a esa existencia, le faltan cosas y aunque trates de llenarlas con todo lo que tienes a mano, ni siquiera la imaginación es capaz de encontrar eso que crees es lo que necesitas para proveer tu vida de algún significado valioso.
Hasta que un día lo descubres de manera fortuita y accidental, sin andarlo buscando pero forzado por las circunstancias. Quieres saber porqué eres tan vulnerable en presencia de ciertos eventos a los que se te hace muy difícil darle la espalda y te animas a interrogarte del porqué te conectas de manera tan profunda y unilateral con algunas cosas, con algunas personas sin importar si las acabas de conocer, apenas las conoces o las conoces de mucho tiempo atrás.
Al principio crees que todo ello puede explicarse a través de la empatía. Más no parece suficiente. Uno puede ponerse en el lugar de los demás y entender la posición de ellos y ellas sin crear ningún vínculo fuerte y poderoso. Tiene que haber una mejor explicación que dé cuenta de tales vínculos y ataduras. Y hasta ahora no he encontrado una respuesta mejor que pensar que eres de esas personas que se solidariza con el dolor ajeno hasta el punto de llegar a sentirlo como si fuera tu propio dolor y te crees en el deber de hacer todo lo que sea necesario y está a tu alcance para tratar de aliviarlo.
¿Sería ésta en último término una manera de tratar de aliviar el propio dolor? ¿No hay una especie de egoísmo o interés particular envuelto aquí? No lo sé y tratar de responder la pregunta conlleva resolver un dilema de tipo moral. No salir nunca en auxilio de nadie porque en definitiva no es el otro que importa sino uno mismo, parece algo cuestionable también.
Lo cierto es que me he puesto a pensar mucho en el poder redentor que podemos encontrar en el dolor y el sufrimiento de los seres humanos. No fue hasta que fui cuestionado al respecto que pude descubrir la férrea conexión que puede establecerse entre un individuo y un extraño que se acaban de conocer pero a quién las aflicciones, los sufrimientos y los pesares del primero pueden absorber al segundo hasta el punto de identificarlos como si fueran suyos.
Y quizás sea debido a ese poder transformador tan grande que provoca compenetrarse con los problemas de otros seres humanos que al principio nos rehusamos, rehuimos abrazar causas nobles, esas que implican estar del lado de quién sufre las desdichas y los sinsabores de la vida, por temor quizás a cambiar, por miedo a sus efectos devastadores y por la clase de adhesión que podrían ocasionar. Hasta que por alguna u otra circunstancia no lo podemos eludir más y lo aceptamos sin pensar, porque quizás en ese momento no vemos mejor alternativa, o tal vez por una inclinación natural a la aventura y a dejarnos llevar hacia nuevos e insospechados territorios.
Y quizás ahí está otra paradoja de la vida. Las mismas cosas que asustarían a unos son las que atraerían a otros que no siempre se dejan intimidar por los obstáculos y las dificultades que pudieran encontrar a su paso.
Pero sí te puede causar problemas. Porque tarde o temprano la realidad te alcanza y vas a darte cuenta de que tu vida es finita, de que no puedes escabullirte tan fácil del dolor personal, del dolor ajeno o el sufrimiento colectivo. A ese modo de vida, a esa existencia, le faltan cosas y aunque trates de llenarlas con todo lo que tienes a mano, ni siquiera la imaginación es capaz de encontrar eso que crees es lo que necesitas para proveer tu vida de algún significado valioso.
Hasta que un día lo descubres de manera fortuita y accidental, sin andarlo buscando pero forzado por las circunstancias. Quieres saber porqué eres tan vulnerable en presencia de ciertos eventos a los que se te hace muy difícil darle la espalda y te animas a interrogarte del porqué te conectas de manera tan profunda y unilateral con algunas cosas, con algunas personas sin importar si las acabas de conocer, apenas las conoces o las conoces de mucho tiempo atrás.
Al principio crees que todo ello puede explicarse a través de la empatía. Más no parece suficiente. Uno puede ponerse en el lugar de los demás y entender la posición de ellos y ellas sin crear ningún vínculo fuerte y poderoso. Tiene que haber una mejor explicación que dé cuenta de tales vínculos y ataduras. Y hasta ahora no he encontrado una respuesta mejor que pensar que eres de esas personas que se solidariza con el dolor ajeno hasta el punto de llegar a sentirlo como si fuera tu propio dolor y te crees en el deber de hacer todo lo que sea necesario y está a tu alcance para tratar de aliviarlo.
¿Sería ésta en último término una manera de tratar de aliviar el propio dolor? ¿No hay una especie de egoísmo o interés particular envuelto aquí? No lo sé y tratar de responder la pregunta conlleva resolver un dilema de tipo moral. No salir nunca en auxilio de nadie porque en definitiva no es el otro que importa sino uno mismo, parece algo cuestionable también.
Lo cierto es que me he puesto a pensar mucho en el poder redentor que podemos encontrar en el dolor y el sufrimiento de los seres humanos. No fue hasta que fui cuestionado al respecto que pude descubrir la férrea conexión que puede establecerse entre un individuo y un extraño que se acaban de conocer pero a quién las aflicciones, los sufrimientos y los pesares del primero pueden absorber al segundo hasta el punto de identificarlos como si fueran suyos.
Y quizás sea debido a ese poder transformador tan grande que provoca compenetrarse con los problemas de otros seres humanos que al principio nos rehusamos, rehuimos abrazar causas nobles, esas que implican estar del lado de quién sufre las desdichas y los sinsabores de la vida, por temor quizás a cambiar, por miedo a sus efectos devastadores y por la clase de adhesión que podrían ocasionar. Hasta que por alguna u otra circunstancia no lo podemos eludir más y lo aceptamos sin pensar, porque quizás en ese momento no vemos mejor alternativa, o tal vez por una inclinación natural a la aventura y a dejarnos llevar hacia nuevos e insospechados territorios.
Y quizás ahí está otra paradoja de la vida. Las mismas cosas que asustarían a unos son las que atraerían a otros que no siempre se dejan intimidar por los obstáculos y las dificultades que pudieran encontrar a su paso.
Wednesday, September 12, 2012
Amigos con derechos
Recientemente le propuse a una amiga que acababa de separarse de su pareja de cinco años que fuéramos amigos más que amigos, "amigos con derechos" y me dijo que no.
Una semana antes, sin embago, me había manifestado que quería conseguirse a alguien como yo, alguien con quién poder hablar y conversar de cualquier cosa, cuando le sugerí que se buscara una persona con el propósito exclusivo de tener una relación física en lo que aparecía algo mejor que la satisfaciera.
"El cuerpo había que disfrutarlo mientras se pudiera, mientras se llevara gusto (y cuando los otros llevaran gusto también)", era mi teoría. Y en su caso, ella debía aprovechar eso ahora, cuando el deseo de la carne todavía existía y no ha desaparecido de ella la llama que le da vida.
Mi amiga sufre de atraer personas indeseables y cae con frecuencia en relaciones abusivas en las que siempre sale perdiendo tanto económica como emocionalmente, por no decir agobiada, herida y maltratada en más de un sentido.
Ella se sentía feliz y contenta de poder estar soltera de nuevo y poder salir y hacer lo que quisiera.
Luego de mi propuesta duró como dos semanas sin hablarme. Después de ese intervalo ya todo ha vuelto a la normalidad. El Viernes pasado celebramos su cumpleaños que cayó a mediados de la semana.
Me preguntó que cuándo iba a visitarla a su casa . . . me quedé pensando: no estoy tan seguro de que quiera hacer eso ya!
Tuesday, September 4, 2012
Es más fácil querer
Estaba hablando con la muchacha de la óptica y ahora no recuerdo de qué era la conversación. Lo que sí sé es que de repente, en medio del intercambio de ideas, se me prendió el bombillito en la cabeza. Pude comprender y así se lo dije, que era más fácil querer que dejarse querer. Porque no todos los quereres son iguales ni fáciles de soportar para cualquier persona.
¿Tendrá esto alguna relación con aquello de que hay amores que matan? Puede ser . . .
Como ejemplo le puse el amor de algunas madres hacia sus hijos, pero no es exclusivo de ellas. Amor cargado de miedos y temores por cosas remotas que pudieran pasarle a ellos. Y cómo para controlar esos sentimientos ellas pudieran escoger el camino más fácil que sería controlar el movimiento de los últimos, tratando de tenerlos siempre a la vista sin perderlos por un instante aún a costa de la libertad y la independencia de ellos.
Querer, en cambio, parece ser un sentimiento, tal vez una emoción, que es como un impulso. Se quiere y ya. Con razón o sin ella, el querer va hacia adelante, transita, se mueve hacia una dirección ... El que ese querer sea correspondido o no, son otras quinientas.
El ser querido parece entrañar otros compromisos, otras responsabilidades que no siempre quién es su objeto está dispuesto a afrontar, pues los unos y las otras podrían atentar contra su libertad y su sentido de independencia.
¿Tendrá esto alguna relación con aquello de que hay amores que matan? Puede ser . . .
Como ejemplo le puse el amor de algunas madres hacia sus hijos, pero no es exclusivo de ellas. Amor cargado de miedos y temores por cosas remotas que pudieran pasarle a ellos. Y cómo para controlar esos sentimientos ellas pudieran escoger el camino más fácil que sería controlar el movimiento de los últimos, tratando de tenerlos siempre a la vista sin perderlos por un instante aún a costa de la libertad y la independencia de ellos.
Querer, en cambio, parece ser un sentimiento, tal vez una emoción, que es como un impulso. Se quiere y ya. Con razón o sin ella, el querer va hacia adelante, transita, se mueve hacia una dirección ... El que ese querer sea correspondido o no, son otras quinientas.
El ser querido parece entrañar otros compromisos, otras responsabilidades que no siempre quién es su objeto está dispuesto a afrontar, pues los unos y las otras podrían atentar contra su libertad y su sentido de independencia.
Wednesday, August 29, 2012
Gustar
Hay días que nadie se fija en ti. Hay otros que todo el mundo te mira. Ocurre que cuando más te miran andas con la mejor ropa, la más reluciente o la que parece más cara. O te has recién bañado y hueles bien porque te has puesto el mejor perfume.
Hacerse el tonto y cerrar los ojos para no mirar el mundo como realmente es, no paga. O dicho de otro modo, sí pagamos un precio, no el que queremos, por ser idealistas y no plegarnos a la realidad pura y simple.
¿Porqué diablos nos resistimos a hacer esto todos los días? Es lo que yo no entiendo.
El mundo nuestro no es sencillamente el mundo en el que viven los demás. Valoramos otras cosas en las personas y quizás por eso nos resistimos con vehemencia a hacer las cosas que nos harían más agradables a los ojos de ellos.
Sin embargo parece que a todos nos gusta gustar. Aunque la mayoría de las veces sea por razones diferentes de aquellas por las que quisiéramos ser apreciados.
Pero al final de cuentas me pregunto, si eso tiene alguna importancia, el que uno guste por una razón diferente a la que nosotros querramos. De algún modo siempre queremos al otro-a por las razones equivocadas.
¿Es correcto querer exigir simetría?
Hacerse el tonto y cerrar los ojos para no mirar el mundo como realmente es, no paga. O dicho de otro modo, sí pagamos un precio, no el que queremos, por ser idealistas y no plegarnos a la realidad pura y simple.
¿Porqué diablos nos resistimos a hacer esto todos los días? Es lo que yo no entiendo.
El mundo nuestro no es sencillamente el mundo en el que viven los demás. Valoramos otras cosas en las personas y quizás por eso nos resistimos con vehemencia a hacer las cosas que nos harían más agradables a los ojos de ellos.
Sin embargo parece que a todos nos gusta gustar. Aunque la mayoría de las veces sea por razones diferentes de aquellas por las que quisiéramos ser apreciados.
Pero al final de cuentas me pregunto, si eso tiene alguna importancia, el que uno guste por una razón diferente a la que nosotros querramos. De algún modo siempre queremos al otro-a por las razones equivocadas.
¿Es correcto querer exigir simetría?
Thursday, August 9, 2012
Le gustó mi música
Fue inmensa la alegría y satisfacción que sentí cuando el muchacho (23 o 24 años) que vende "Tennis" (¿falsificados?)en la esquina de Saint Nicholas y la calle 180 de Washington Heights en Manhattan me dijo que le había gustado mucho la música que escuchó en el radio de mi carro.
Tanto así que se aprendió de memoria la frecuencia de la emisora y no me dio oportunidad a dudar pues me la recitó de inmediato en voz alta. Le gustó tanto que la grabó inmediatamente en el radio de su vehículo. Y me contó que el día anterior por poco hasta se cruza una luz roja por ir ensimismado escuchando la música que salía de los altavoces.
Lo curioso de este caso es que la estación que este joven escuchó en mi carro no es una estación de música de rock o de reggaeton, ni siquiera de merengue, o rap. Nada parecido a eso, no es nada de lo que él habitualmente escucha. En esa emisora sólo se oía música barroca o clásica: música de Bach, Beethoven o talvez Haydn y Mozart, quién sabe.
Todo ocurrió porque el se ofreció a mudarme el carro de sitio, algo que acepté y para hacerlo el tuvo que darle la vuelta completa a la manzana para aprovechar el valioso espacio que se abrió en la esquina mencionada más arriba.
No me lo dijo de manera inmediata. Lo supe al tercer día de haberme mudado el carro. Parece que no pudo contenerse más. Supuestamente el sabía que una emisora como esa existía en el dial pero no sabía dónde con exactitud. Aparentemente su madre tiene predilección por este tipo de música. Y quizás de ahí le viene el gusto.
La ironía de todo esto es que usualmente no ando haciendo públicas mis preferencias en asuntos de música con todo el mundo (ni de muchas otras cosas) sobretodo cuando las mismas difieren mucho de la de los demás (no soy de los que le gusta alardear sin ninguna buena razón). Cuando volví a manejar el carro sentí cierta incomodidad porque me di cuenta que el volumen del radio estaba muy alto: había queda expuesto.
Pero parece que uno se equivoca. El buen gusto no es exclusivo ni pertenece a una élite... Todo depende de la exposición y si esta se da, entonces estaría en todas partes y podría ser un atributo de cualquiera, hasta de quién menos uno lo espera.
Tanto así que se aprendió de memoria la frecuencia de la emisora y no me dio oportunidad a dudar pues me la recitó de inmediato en voz alta. Le gustó tanto que la grabó inmediatamente en el radio de su vehículo. Y me contó que el día anterior por poco hasta se cruza una luz roja por ir ensimismado escuchando la música que salía de los altavoces.
Lo curioso de este caso es que la estación que este joven escuchó en mi carro no es una estación de música de rock o de reggaeton, ni siquiera de merengue, o rap. Nada parecido a eso, no es nada de lo que él habitualmente escucha. En esa emisora sólo se oía música barroca o clásica: música de Bach, Beethoven o talvez Haydn y Mozart, quién sabe.
Todo ocurrió porque el se ofreció a mudarme el carro de sitio, algo que acepté y para hacerlo el tuvo que darle la vuelta completa a la manzana para aprovechar el valioso espacio que se abrió en la esquina mencionada más arriba.
No me lo dijo de manera inmediata. Lo supe al tercer día de haberme mudado el carro. Parece que no pudo contenerse más. Supuestamente el sabía que una emisora como esa existía en el dial pero no sabía dónde con exactitud. Aparentemente su madre tiene predilección por este tipo de música. Y quizás de ahí le viene el gusto.
La ironía de todo esto es que usualmente no ando haciendo públicas mis preferencias en asuntos de música con todo el mundo (ni de muchas otras cosas) sobretodo cuando las mismas difieren mucho de la de los demás (no soy de los que le gusta alardear sin ninguna buena razón). Cuando volví a manejar el carro sentí cierta incomodidad porque me di cuenta que el volumen del radio estaba muy alto: había queda expuesto.
Pero parece que uno se equivoca. El buen gusto no es exclusivo ni pertenece a una élite... Todo depende de la exposición y si esta se da, entonces estaría en todas partes y podría ser un atributo de cualquiera, hasta de quién menos uno lo espera.
Wednesday, July 11, 2012
Un llamado equivocado
En días pasados se celebraron elecciones primarias en el partido demócrata para elegir un candidato al congreso en representación de un distrito de Manhattan. Dos contendientes luchaban arduamente por la posición. Por un lado un candidato etiquetado como "negro" o "afroamericano" que si tratamos de ser justos sería más bien mixto según un recuento que el mismo hace de uno de sus progenitores. Hay que decir que ese candidato mantenía (y mantiene) el puesto por más de 40 años.
Por el otro lado teníamos el retador, un candidato de ascendencia hispana, de hecho nacido en la República Dominicana y que por una redistribución de ese distrito que incluía ahora a sectores dominados por latinos, parece que tenía un chance real de disputarle el puesto al otro contendiente.
Y ahí viene el motivo de la controversia. El día de las elecciones un grupito estaba repatiendo volantes en la esquina de una calle y una señora que formaba parte del mismo me preguntó que si ya había votado. Le contesté que no, que no estaba interesado. Ella me replicó diciendo: ¡qué pena! ...
Esa expresión me puso un poco furioso. Furia contenida pero funia. Me dieron ganas de ripostar y lo hice pero no creo que me oyera pues ella también estaba realmente molesta y los demás del grupo le instaron a no hacerme caso ... y yo que quería que lo hiciera para entablar una discusión.
La realidad es que yo vivo en El Bronx y ese distrito no me pertenecía para votar. Pero aún perteneciendo no podría hacerlo en unas elecciones dónde la raza, la procedencia y el color de la piel eran los elementos determinantes para elegir y decidir la suerte de dos candidatos... Todas esas cosas, al igual que el sexo no se adquieren por mérito personal, se nace con ellas, no es posible cambiarlas ni hacer una determinación sobre algo que está por encima del accionar de cada uno de nosotros.
El segundo aspecto que quiero resaltar lo representa la intolerancia que manifiestan las personas cuando sus puntos de vista no coinciden con los de ellos....... Le di pena a esa mujer porque mis puntos de vista eran contrarios a los suyos. Ella asumió que por el hecho de ser latino e hispano mi voto era seguro a favor del candidato que era latino, hispano y por demás dominicano.
Y mi pregunta es, ¿dónde están los principios, los argumentos y las razones? ¿No están estos por encima de todo y de todos?
Por el otro lado teníamos el retador, un candidato de ascendencia hispana, de hecho nacido en la República Dominicana y que por una redistribución de ese distrito que incluía ahora a sectores dominados por latinos, parece que tenía un chance real de disputarle el puesto al otro contendiente.
Y ahí viene el motivo de la controversia. El día de las elecciones un grupito estaba repatiendo volantes en la esquina de una calle y una señora que formaba parte del mismo me preguntó que si ya había votado. Le contesté que no, que no estaba interesado. Ella me replicó diciendo: ¡qué pena! ...
Esa expresión me puso un poco furioso. Furia contenida pero funia. Me dieron ganas de ripostar y lo hice pero no creo que me oyera pues ella también estaba realmente molesta y los demás del grupo le instaron a no hacerme caso ... y yo que quería que lo hiciera para entablar una discusión.
La realidad es que yo vivo en El Bronx y ese distrito no me pertenecía para votar. Pero aún perteneciendo no podría hacerlo en unas elecciones dónde la raza, la procedencia y el color de la piel eran los elementos determinantes para elegir y decidir la suerte de dos candidatos... Todas esas cosas, al igual que el sexo no se adquieren por mérito personal, se nace con ellas, no es posible cambiarlas ni hacer una determinación sobre algo que está por encima del accionar de cada uno de nosotros.
El segundo aspecto que quiero resaltar lo representa la intolerancia que manifiestan las personas cuando sus puntos de vista no coinciden con los de ellos....... Le di pena a esa mujer porque mis puntos de vista eran contrarios a los suyos. Ella asumió que por el hecho de ser latino e hispano mi voto era seguro a favor del candidato que era latino, hispano y por demás dominicano.
Y mi pregunta es, ¿dónde están los principios, los argumentos y las razones? ¿No están estos por encima de todo y de todos?
Wednesday, July 4, 2012
Indecisión
No quiero olvidar lo que hablamos porque me pareció muy importante y por eso lo voy a escribir aquí.
Tienes que tomar una decisión, se atrevió a decirme. "Llámalo un ultimátum si quieres y qué sea lo que sea, qué pase lo que tenga que pasar".
Y no paró de hablar: "En caso de que las cosas no salgan como quieras, podrás al menos salir con cierta dignidad. De lo contrario, si te quedas ahí esperando, la vida tomará una decisión por ti de todos modos y no precisamente a tu favor, lo cual te dolerá mucho más".
A todo esto yo permanecí callado reflexionando profundamente en sus palabras.
Tienes que tomar una decisión, se atrevió a decirme. "Llámalo un ultimátum si quieres y qué sea lo que sea, qué pase lo que tenga que pasar".
Y no paró de hablar: "En caso de que las cosas no salgan como quieras, podrás al menos salir con cierta dignidad. De lo contrario, si te quedas ahí esperando, la vida tomará una decisión por ti de todos modos y no precisamente a tu favor, lo cual te dolerá mucho más".
A todo esto yo permanecí callado reflexionando profundamente en sus palabras.
Tuesday, June 26, 2012
Todos podemos aprender de Lebron
Finalmente Lebrón James tiene un anillo de campeón. Por varios años se le había bautizado como el mejor jugador de basketball de la NBA (que es casi como decir el mejor jugador del mundo) pero hasta esta temporada el equipo (que sólo han sido dos) con el que había jugado no se había coronado campeón.
Y eso se le cuestionaba... En los juegos de equipo es costumbre restarle méritos a un jugador excepcional si la franquicia a la que pertenece no gana un título mientras ese jugador está con ella.
Hoy leo un titular que dice "lo que los negros pueden aprender de los logros de Lebron James". Y no sé porqué, pero este titular no me gustó. Eso de categorizar a las personas por el color, por su procedencia, por su estatus social, nada de eso me gusta. Leí el artículo y lo que dice de Lebron es generalizable a cualquier persona en sus mismas condiciones ya sea blanca, negra, roja, amarilla y hasta verde.
Creo que lo que el ha logrado es fruto de su asombrosa herencia genética y el esfuerzo personal que ha dedicado para desarrollar esas aptitudes físicas innatas y es aplicable no sólo a él sino a todo ser humano sin importar el color de la piel, la nacionalidad o el estrato social en el que se nace.
En lo particular, vengo de una familia de muy escasos recursos económicos, pero nunca me he visto como una persona pobre... Nací en la República Dominicana y por ende soy de procedencia latina, más sin embargo, me siento igual que los de cualquier otra raza o como si hubiera nacido en un país del primer, segundo o tercer mundo. Nunca me he visto a menos..., aunque no voy a negar el que otras personas pudieran haberme percibido a menos. Lo cual no deja de tener su ventaja si nos ponemos a observar.
El punto es que creo que discursos como ese dividen en vez de multiplicar, restan en vez de sumar... Lebron James es una persona extraordinaria, grandiosa, meritoria y punto. Todos podemos aprender de él ... todos.
Monday, June 25, 2012
La felicidad
Es difícil de definir pues cuando la tenemos no tenemos conciencia de que la tenemos, de que la estamos viviendo, de que forma parte de nosotros.
Sí sabemos que la felicidad es una meta cambiante y elusiva. Lo que nos hizo feliz en el pasado difícilmente nos haría feliz ahora y lo que nos hace feliz hoy es casi seguro que no nos hará felices en el futuro.
Como dijimos al principio, es también algo difícil de reconocer. Luego que ha pasado es cuando podemos dar fe y testimonio de que hemos sido felices. En el momento en que está ocurriendo no nos damos cuenta suficiente de que la hemos estado viviendo.
Tampoco es muy duradera. Una vez alcanzado eso que creemos nos va a hacer muy felices, descubrimos que ese efecto sólo dura un período de tiempo muy corto. Luego que pasa ese período, ese espejismo, no nos sentimos para nada satisfechos y es cuando tratamos de empezar todo de nuevo.
Y a pesar de ello no nos resistimos a su embrujo y seguimos andando como locos tratando de cortejarla y seducirla.
Sí sabemos que la felicidad es una meta cambiante y elusiva. Lo que nos hizo feliz en el pasado difícilmente nos haría feliz ahora y lo que nos hace feliz hoy es casi seguro que no nos hará felices en el futuro.
Como dijimos al principio, es también algo difícil de reconocer. Luego que ha pasado es cuando podemos dar fe y testimonio de que hemos sido felices. En el momento en que está ocurriendo no nos damos cuenta suficiente de que la hemos estado viviendo.
Tampoco es muy duradera. Una vez alcanzado eso que creemos nos va a hacer muy felices, descubrimos que ese efecto sólo dura un período de tiempo muy corto. Luego que pasa ese período, ese espejismo, no nos sentimos para nada satisfechos y es cuando tratamos de empezar todo de nuevo.
Y a pesar de ello no nos resistimos a su embrujo y seguimos andando como locos tratando de cortejarla y seducirla.
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