En estos días el asunto más importante que ocupa mi tiempo es la necesidad de revisitar la dicotomía mente-cuerpo y/o la conciencia vs la materia (u organismo). Resulta que me está pareciendo que la mente es más dependiente del cuerpo de lo que yo había estado dispuesto a admitir. Estas dos entidades no están tan separadas la una de la otra como creía. La relación es bastante estrecha y puede incluso existir una relación de causa y efecto. Es decir, de la manera como va mi cuerpo, así va mi mente también. Los estados de ánimo, la manera de sentirnos están directamente relacionadas con la situación en la que se encuentra el organismo. Y esto va para la conciencia también.
El problema es la ignorancia. Es mucho lo que desconocemos de nosotros mismos y de la fisiología humana y parece que cuando todo anda bien, el cuerpo está en equilibrio y realiza sus funciones adecuadamente, no nos damos cuenta de nada de lo que está pasando y pareciera como si ambas entidades (cuerpo y mente) funcionaran independientemente o de manera separada, manteniendo cierta distancia la una de la otra.
La realidad es otra. Un desequilibrio en el cuerpo producto de cualquier circunstancia conlleva desequilibrios que influirán en nuestra manera de pensar, sentir y actuar con relación a los eventos que ocurren constantemente a nuestro alrededor. Los cambios pueden ser sutiles, inesperados y a nivel genético lo que podría hacer más difícil de identificar o saber el efecto que causan en nosotros.
Algunos cambios están programados por la naturaleza y la vida y no lo sabemos. Luego nos llega la gran sorpresa de que hemos estado haciendo cosas sin sufrir consecuencias por ellas (estilos de vida, comida, hábitos, etc.) y de repente ya no podemos hacerlas más porque nuestro organismo no trabaja igual con ellas o deja de tolerarlas.
Todo se entiende mejor con una ilustración. Cuando un día descubrimos que estamos subiendo mucho de peso y en nuestra mente sabemos que deberíamos ejercitarnos más, nos falta entonces la energía y la dedicación para hacerlo. En el fondo, no es nuestra culpa. El cuerpo sigue otras reglas y directrices que son independientes de lo que nosotros decidimos y pensamos. Es ahí cuando viene la reflexión del porqué se nos hace tan difícil hacer esas cosas que antes no nos costaba nada hacer y uno se cuestiona que otros factores pudieran estar contribuyendo a esa decidia y falta de ganas por hacer lo que habría que hacer.
Luego, entonces, nos llega a la mente la comprensión de que en realidad, no nos conocemos a nosotros mismos y de que somos huéspedes y extraños en nuestros propios cuerpos.
Mientras tanto aprendemos más, disfrutemos de estas flores (dalias).