Me leí a Orlando "recientemente" (si se le puede llamar reciente a algo que ocurrió hace alrededor de 5 meses). Es un libro de Virginia Woolf, por si acaso hubiese otro con el mismo nombre...
Tiene la particularidad la edición que leí que fue una traducción de Jorge Luis Borges, hecha allá por 1946 y me produjo por esta razón una doble satisfacción. Era como estar en contacto a través de un sólo libro con dos personajes universales de las letras, muy admirados y queridos dentro y fuera del mundo literario (Editorial Sudamericana, 3a Edición. Enero 1995).
Daniel se lo leyó y en una visita que hizo a NY hace 3 ó 4 años me lo dejó porque a él le había gustado mucho. Yo prometí leerlo pero no fue hasta que salió a relucir a mediados del año pasado en uno de esos retos de FB que comencé a hacerlo.
Lo que más me llamó la atención de Orlando es lo fácil de leer que es. Nada complicado y talvez ese sea uno de sus mayores méritos. El libro sorprende porque parece más bien una broma, una especie de cuento de las mil y una noches que es narrado en un estilo ameno y coloquial accesible a todo el mundo.
La autora no parece escribir una historia en serio, no obstante, aprovecha el espacio que se le brinda para hacer críticas contundentes de la sociedad en que vive y otras anteriores, hace juicios profundos sobre el significado y diferencias de los sexos, se adentra dentro del marco o camisa de fuerza que impone el género y se burla de manera abierta de los intelectuales (los genios) y el gran ego que los caracteriza.
Esta parte fue una de las que más me gustó por el parecido con el culto a las celebridades y nuestro desmedido afán por endiosarlas. La narradora los desmitifica cuando dice que "los hombres de genio, cuando están apagados son como los demás" o "no diferían tanto de nosotros como podríamos pensar"; a ellos "No les desagradaban los títulos. El elogio los encantaba"; "Los chismes no dejaban de entretenerlos. No carecían de envidia", etc., (pag. 149).
"... el genio, divino como es y adorable, suele alojarse en las envolturas más sórdidas, y a veces, ¡ay de mí!, devora las otras facultades, de suerte que donde la Mente es mayor, el Corazón, los Sentidos, la Grandeza de Alma, la Caridad, la Tolerancia, la Buena Voluntad, y el resto casi no pueden respirar. De ahí la alta opinión que tienen de sí mismos los poetas; de ahí la tan baja que tienen de otros; de ahí las enemistades, injurias, envidias y epigramas que los atarean continuamente; de ahí la rapidez con que los reparten, de ahí su rapacidad para exigir simpatía; todo esto, lo diremos en voz baja, para que los intelectuales no se enteren, ...." (pag. 153).
Interesa destacar también la narrativa del sexo no como algo fijo sino que fluye de un lado a otro. Veamos: "Por diversos que sean los sexos, se confunden. No hay ser humano que no oscile de un sexo a otro, y a menudo sólo los trajes siguen siendo varones o mujeres, mientras que el sexo oculto es lo contrario del que está a la vista" (pag. 136).
En un apartado anterior, el narrador o narradora señala: "son los trajes los que nos usan, y no nosotros los que usamos los trajes: podemos imponerles la forma de nuestro brazo o de nuestro pecho, pero ellos forman a su antojo nuestros corazones, nuestras lenguas, nuestros cerebros" (pag. 135).
No se le escapa tampoco el rol que se espera desempeñe una mujer, el cual queda enmarcado y lo denuncia de la siguiente manera: "Y al escribir la vida de una mujer, podemos, ya se sabe, sustituir la exigencia de la acción por la del amor. El amor, lo ha dicho el poeta, es toda la vida de una mujer" ... "(y con tal que piense en un hombre, a nadie le parece mal que una mujer piense)" (pag. 193).
Y es genial esta referencia a la locura: "Porque dice el filósofo que asegura que la separación entre la melancolía y la dicha no es más ancha que el filo de un cuchillo, y procede a opinar que una es hermana gemela de la otra; y concluye de ahí que todos los extremos del sentimiento son afines de la locura..." y más adelante, para que no nos hagamos muchas ilusiones "que todo acaba en la muerte" (pag 34).
Para los que llevan anotaciones, la última frase ya la sabíamos!!!